El
lunes anterior, Carlos Alfonso
Velásquez, con quien nos turnamos éste espacio, proponía unos interrogantes
para los uribistas del “No”, expresando que quienes votamos en favor de la paz
y en contra de la redacción de algunos puntos de los acuerdos antepondríamos
“el bien común a intereses por la próxima elección”, lo cual formulaba a título
de pregunta, junto con un cuestionamiento acerca de la justificación de cambios
de fondo en el mandato popular por haber obtenido un triunfo con menos del uno
por ciento.
Sin
tener cercanía con los grupos recibidos en Palacio, algunos radicamos propuestas, que sumaron 445, diez mil menos que cuando comenzaron los
diálogos con las FARC hace cuatro años; en la mía, para propiciar el
fortalecimiento y transformación institucional, le propuse a Santos que se convoque a una Asamblea
Nacional Constituyente, con presencia de las FARC-EP con voz y voto con un
número determinado de curules, por ejemplo ocho (8); el número de dos (2) para
la UC-ELN, en proporción al número actual de integrantes de ese grupo frente al
primero; cinco (5) curules para representantes de las víctimas; veinticinco
(25) para voceros del SÍ; veintiséis (26) para voceros del NO y cuatro (4)
curules para representantes internacionales con voz pero sin voto. Se tramite una ley de punto final que incluya a los
miembros de las Fuerzas Militares y de Policía, así como a los sujetos
(particulares, Bacrim, etc., sometidos a la Jurisdicción Especial de Paz),
sumado a la entrega de bienes para el resarcimiento de las víctimas, así como
actos particulares de perdón.
Pedí la no
revictimización a través de programas de reinserción civil, política y económica
para las víctimas, viudas, huérfanos y padres de miembros de las Fuerzas
Militares y Policía Nacional y particulares reconocidos como víctimas. Así mismo,
límites concertados a la reelección del Congreso, con la mitad del Senado de la
República de origen regional; una circunscripción de “desmovilizados” (FARC-EP
y UC-ELN) y víctimas, sumado a los ajustes
a la reforma rural integral, para cumplir con el programa “huerta casera” allí incluido,
con cero aranceles a maquinarias e insumos para el campo.
Y,
la implementación de mecanismos de prevención de cualquier forma de corrupción
para la aplicación transparente de los recursos a partir de siete medidas que
están en los Acuerdos de Cartagena y no se han reglamentado: Acompañamiento especial de los órganos de
control; Fortalecimiento de mecanismos de control interno; creación de mapas
interactivos de seguimiento; mecanismos de rendición de cuentas y para la
denuncia ciudadana, veedurías ciudadanas y mecanismos de transparencia, entre
otras.
Tal
vez no todo sea procedente, pero difiero en el sentido que algunas ideas pueden
ser pertinentes.
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