El pasado doce de agosto, recibimos los colombianos
la noticia de la integración del Tribunal para la Paz, con 72 magistrados, de
los cuales 15 son extranjeros; la creación de un cargo de presidente, así como
de una fiscalía ad hoc con el nombre de Dirección de Investigación y Acusación.
Dichos jueces y fiscales, con los empleados que se requieran, serán
seleccionados por un Comité mixto que deberá tener en cuenta la independencia
judicial, la diversidad de especialidades, que de todas formas correspondan a
los estándares internacionales de conocimiento de los Derechos Humanos y del
D.I.H. y las calidades morales de los candidatos, que vuelven a recordarme lo
escrito en este espacio sobre la <<moral accountability>>.
Repasando la historia reciente del mundo, gracias a
la magnífica obra “Educación y Justicia como métodos pacíficos de prevención.
Análisis histórico y judicial de la Shoá, genocidios de los siglos XX, XXI y
terrorismo” que recibí hace tres días, escrita por el doctor Franco Fiumara,
Juez del Tribunal en lo Criminal en el Departamento Judicial de La Matanza,
Argentina y, quien bien podría ser uno de los candidatos a ocupar una de las
magistraturas del Tribunal de Paz, encontré una amplísima referencia sobre el
antisemitismo, los genocidios, racismo, xenofobia y negacionismo, pero, en
especial, un capítulo de más de 150 páginas sobre los Juicios de Tokio, el
juicio de Núremberg y los juicios posteriores o de segundo orden. Igualmente,
Fiumara dedica otro capítulo a los procesos de Bosnia Herzegovina y Ruanda.
Me llamó profundamente la atención lo referente a
Núremberg, por el parecido con nuestra nuevo Tribunal para la Paz, no sólo por
la conformación internacional del tribunal, -para el cual catorce países
delegaron a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la U.R.S.S.-, sino por los
términos de la acusación y la imputación, por cuya responsabilidad se juzgó a
los detenidos por cuatro delitos. En Colombia, aún no sabemos qué normatividad
aplicará el nuevo Tribunal, o si tendrá su propio catálogo de delitos y hasta
de contravenciones, acordado en algún puente en Anapoima en la finca del
Presidente con los miembros de su sanedrín jurídico.
Los cuatro delitos juzgados en Núremberg eran los
Crímenes contra la paz; guerra de agresión; Crímenes de guerra; y, Crímenes
contra la humanidad. Espero que el Comité de Selección escoja a en forma
transparente a quienes quieran integrar esta nueva jurisdicción, no obstante
las críticas sobre la pureza de la jurisdicción y la competencia que le será
atribuida a este Tribunal para la Paz.
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