Colombia, un país agredido y humillado, es el
nombre del estudio que efectúa el mayor del Ejército y abogado Hernán Arbeláez,
en lo que viene a ser un nuevo libro de este oficial retirado, que ahora se
dedica a la historia y al análisis de la seguridad geologística.
En nuestro empeño por el regreso de la enseñanza de
la historia de Colombia al pensum escolar y universitario, necesitamos tener el
contexto de los conflictos internacionales en los cuales el nombre de nuestra
nación se ha visto comprometido. Arbeláez, con prólogo del general honorario
Julio Londoño Paredes, nos hace un recuento de diversos episodios bélicos,
algunos de los cuales también han sido enfrentamientos jurídicos y económicos,
así como de otras angustias y dificultades que hemos debido afrontar para hacer
respetar y asegurar nuestra soberanía.
Esta obra, que no sólo debe ser difundida y
conocida en centros militares y estratégicos, sino en cualquier institución
donde se profundice en el estudio del conflicto colombiano, recuerda la guerra
con el Ecuador de 1832, el “Incidente Barrot”, que en 1834 enfrentó a las
autoridades cartageneras con el cónsul francés; el “caso Russel” de 1836 entre
Gran Bretaña y la Nueva Granada; el “caso Macintosh” de 1856, que enfrentó a
nuestro gobierno con ese negociante inglés que había suministrado armas en
1821; el “caso Cerruti” de 1898, quien aprovechando su cargo como cónsul italiano y
ser nieto político de Tomás Cipriano de Mosquera, se dedicó al contrabando por
Buenaventura.
En la obra de Arbeláez, también se habla de la
“agresión norteamericana” por la separación de Panamá en 1903, por cuenta del
general Esteban Huertas, natural de Úmbita, Boyacá, quien era el Comandante del
Batallón Colombia en Panamá y apresó a los generales Juan B. Tovar y Ramón G.
Anaya para neutralizarlos y, por cuenta de eso, recibió treinta mil dólares con
los cuales se fue a vivir en Nueva York. Se incluye como curiosidad, que en la
partida de nacimiento de Huertas, que data del 30 de mayo de 1869, el párroco
de Úmbita anotó: “Traidor a la patria. Vendió el istmo de Panamá en 1903. Con
el producido de su traición vive holgadamente en Nueva York”.
También hay cuenta de las agresiones peruanas con
la invasión de “La Pedrera” en 1911 y la guerra de 1832. Igualmente hay un
relato acerca de la agresión de la Alemania nazista a Colombia y nuestra
declaratoria de “estado de beligerancia” el 27 de noviembre de 1843. Es decir
que no fue una declaratoria de guerra, lo cual le quiero aclararle a un Ex
Fiscal General de la Nación con quien recientemente tuve una controversia sobre
el particular.
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