El italiano Corrado Gini inventó un
coeficiente en 1912, para medir la distribución de la renta en un país: Menos
desarrollo más desigualdad. Según el DANE, entre 2015 y 2016
el coeficiente de Gini pasó de 0,522 en 2015 a 0,517 en 2016 en el total
nacional, completando 3 años con reducciones consecutivas. El Gini de cabeceras
municipales fue 0,498 en 2015 en 0,495 en 2016, mientras que en los centros
poblados y zonas rurales dispersas pasó 0,454 en 2015 a 0,458 en 2016.
Cada
tiempo se dan a conocer estudios relacionados con las causas para combatir la
pobreza, lo cual tendrá mucho eco durante el próximo año, ya que siempre se
encuentra como retórica del discurso político en etapa pre-electoral. La pobreza, se podría definir simplemente
como la falta de riqueza, aunque se pueden distinguir tres tipos de esta
condición, de acuerdo con el estudio realizado por el doctor Mariano Ospina
Hernández, para quien es claro que los problemas actuales producen estudios
acerca del tema, pero, muchas veces no aportan soluciones adecuadas.
En primer
lugar, pobreza material o meramente física, que corresponde a la carencia de
elementos materiales para la vida normal del ser humano, el dinero, con el cual
puede proveerse bienes y servicios. En 2016 el 28,0% de los
colombianos estaba en condición de pobreza monetaria y a la fecha de esta
columna, el índice de desempleo es del 9,7%
En segundo
lugar, pobreza intelectual, que no es más que la carencia de valores
intelectuales y afectivos. Esa pobreza, que se conoce mejor como analfabetismo,
alcanza un índice del 5,7% y, aunque la cifra es preocupante, lo es más el que
en nuestro país la pobreza intelectual la tengan hasta quienes poseen título de
doctorado, puesto que la educación desconoce la formación humanística para
graduar a un ser humano integral.
En tercer
lugar, pobreza moral, que tanto efecto tiene en la política y en la
administración, tanto pública como privada. La pobreza moral es la carencia de
valores éticos y está afectando la gobernabilidad, al punto de hablarse mejor
de una miseria moral, lo que nos aterra, lo que nos deja sin esperanza, lo que
nos hace creer que la situación actual no tiene solución y que cada día saldrán
más escándalos de corrupción, la ausencia del honor, de la palabra empeñada y
de la convicción de servir en un empleo y no servirse de él.
El
constitucionalista Juan Antonio García Amado, resume así lo que hemos visto en
cada uno de los recientemente inculpados en estas actitudes de pobreza moral: “Prefieren
parecer imbéciles por completo antes que asumir la responsabilidad por sus
acciones y las consecuencias de sus faltas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario