Aunque
muchos podrían considerar que la religión de Donald Trump es el dinero, él hace
parte de la iglesia presbiteriana, aunque no le gusta hablar de sus creencias,
incluso tiene una pastora personal desde hace catorce años, Paula White, quien
el día de la posesión del 445 presidente norteamericano, pronunció esta fórmula
por medio de la cual lo bendijo: "Dios
misericordioso, revela a nuestro presidente la capacidad de conocer la
voluntad, tu voluntad, la confianza para conducirnos y la compasión para ceder
ante nuestros mejores ángeles". Del mismo modo, en esa ceremonia, Trump
utilizó para su juramento la biblia de Abraham Lincoln y otra que le había
regalado su mamá cuando tenía nueve años de edad.
Trump siempre ha dicho que su religión es
maravillosa, no obstante que en su libro Great
Again, escribió que la gente pensaba que él no era religioso porque es
millonario.
Los presbiterianos, la iglesia de Trump, tienen
una relación distante con la iglesia católica, pues aunque dentro de sus
creencias están el padre Dios, Jesús su hijo único, quien nació de la virgen
María, murió en la cruz y resucitó y, el Espíritu Santo.
El primer matrimonio de Trump con Ivana, la
madre de sus tres hijos mayores Donald Jr., Ivanka y Eric, lo celebró el pastor
Norman Vincent Peale de la Iglesia Marble Collegiate de Nueva York. Sin
embargo, cuando en el 2009 Ivanka se casó con Jared Kushner, judío ortodoxo y
ella se convirtió al judaísmo practicante.
Al
visitar México el papa Francisco, antes de las elecciones que llevaron a Trump
a la presidencia, el Sumo Pontífice
dijo que cualquier persona que hable de muros “no es cristiano”. Y, de
entrada, el magnate neoyorquino expresó: "Parece increíble que un líder
religioso pueda poner en duda las creencias de un ciudadano americano".
Cuando el 22 de enero de 2017 fue entrevistado el papa Francisco por “El
País” de España, Antonio Caño y Pablo Ordaz acerca de la tensión mundial por la
posesión de Donald Trump, le preguntaron ¿A usted qué consideración le merece?
Y Francisco dijo: “Ver qué pasa. Pero asustarme o alegrarme por lo que pueda
suceder, en eso creo que podemos caer en una gran imprudencia. En ser profetas
o de calamidades o de bienestares que no se van a dar, ni una ni otra. Se verá.
Veremos lo que hace y ahí se evalúa. Siempre lo concreto. El cristianismo, o es
concreto o no es cristianismo. Es curioso: la primera herejía de la Iglesia fue
apenas muerto Cristo. La herejía de los gnósticos, que el apóstol Juan la
condena. Y era la religiosidad de spray, de lo no concreto. Sí, yo, sí, la
espiritualidad, la ley… pero todo spray. No, no.
Cosas concretas. Y de lo concreto sacamos las consecuencias. Nosotros perdemos
mucho el sentido de lo concreto. A mí me decía el otro día un pensador que este
mundo está tan desordenado que le falta un punto fijo. Y es precisamente lo
concreto lo que te da los puntos fijos. Qué hiciste, qué decidiste, cómo te
movés. Por eso yo frente a eso espero y veo”.
El 25 de mayo de 2017, con cierta frialdad, el papa francisco recibió en
el palacio apostólico del Vaticano a Donald Trump, junto con su esposa Melania
y un séquito de familiares y funcionarios norteamericanos, y aunque hablaron de
ecología y paz, la cara del pontífice, reseñada en las fotografías de los
medios de comunicación, no dejaban ver más que malestar y cierta lejanía y frialdad
con un encuentro poco fructífero.
En lo único en lo cual coincidieron los dos personajes, fue en las
frases expresadas tras el intercambio de regalos, cuando el Papa le dio un
medallón con el olivo de la paz: “Se
lo doy para que sea instrumento de la paz” y Trump contestó: “Necesitamos paz”.
Un deseo de los dos, pero no sabemos si pueda salir adelante el propósito que
se han fijado como objetivo común.
Cuando en el año 2015 se dio uno de los
encuentros entre el papa francisco con el antecesor de Trump, Barack Obama, en
cambio, su reunión se centró en la lucha contra el cambio climático y en
defensa de los inmigrantes y los refugiados, algo que realmente no está en la
agenda del actual presidente republicano, ya que en esa reunión, en los propios
jardines de la Casa Blanca, ante unas quince mil personas, el Papa se presentó
como el “hijo de una familia de inmigrantes”, alegre de estar en un país que
fue “construido en gran parte por tales familias”. Mientras que Obama,
aludiendo al mensaje pontificio sobre compasión y amor hacia “el extranjero
(...), desde el refugiado que huye de tierras rotas por la guerra al inmigrante
que abandona la casa en busca de una vida mejor”.
Es difícil creer que un demócrata hubiese
estado con un Papa más sintonizado que un republicano. Incluso, el Papa ha
utilizado en Laudato Si frases del
reverendo Martin Luther King y, en ese encuentro, hablando de cambio climático,
utilizó una frase del líder inmolado en 1968: “…hemos incumplido un pagaré y
ahora es el momento de saldarlo”, refiriéndose a la acción conjunta para salvar
el planeta, en el cual, el presidente norteamericano, sea el que sea, tiene un
papel preponderante, aunque ya Trump retiró a su país del Acuerdo de París
sobre el cambio climático (COP21).
Mejor dicho, aunque la esperanza es lo último que se pierde, Trump no va
a cambiar de rumbo y, durante su mandato seguirá la revolución de la normalidad
de su ser y la Iglesia únicamente puede rezar por él.
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