Desde
el inicio del pontificado de Francisco, el periodista y ex montonero Horacio
Verbitski, recogió algunos testimonios en el diario Página 12, así como en The
New York Times, acerca de una eventual connivencia del padre Jorge Mario
Bergoglio con la dictadura en Argentina; sobre dichos testimonios hubo
posteriormente retractación del citado periodista, que deseaba manchar al
reputación de quien por entonces era el provincial de los jesuitas.
En
el caso de los sacerdotes Orlando Yorio (fallecido en 2000) y Franz Jalics,
éste último declaró, recién elegido Francisco, que hoy consideraba un error
afirmar que su secuestro y el del padre Yorio en el año 1976, se hubieran dado
tras una denuncia de quien por entonces era el Superior Provincial de la
Compañía de Jesús. Está probado que fueron los torturadores quienes hicieron
creer a los sacerdotes que habían sido “vendidos” por su provincial.
Según
el periodista italiano Nello Scavo, autor del libro La lista di Bergoglio. Il salvati da Francesco durante la dittadura, se
quería desacreditar a Bergoglio como “no confiable” ante los ojos de los
disidentes y de sus propios hermanos jesuitas; táctica utilizada en países que
fueron comunistas, como Hungría, Polonia y Rumanía, donde se hacía lo mismo con
religiosos difíciles de alinear y esa <<duda>>, inoculada en la
opinión pública, dice Scavo, podía resultar más eficaz que las intimidaciones y
los interrogatorios inescrupulosos.
En
ese libro, que tiene prólogo de un izquierdista no creyente, Adolfo Pérez
Esquivel, se lee: “El entonces provincial de la Compañía de Jesús, padre Jorge
Mario Bergoglio, contribuyó ayudando a perseguidos y se empeñó en obtener que
los sacerdotes de su orden secuestrados fueran puestos en libertad”. Creo que
el Nobel de Paz de 1980 no se hubiera “arriesgado” a escribir ese prólogo, si
la acción supuestamente atribuida por Verbitski a Bergoglio durante esos
dolorosos años hubiese sido cierta.
Y
es que cada uno de los que se beneficiaron con la protección de Bergoglio en el
Colegio de San Miguel, a sólo dos cuadras de la Casa Rosada, residencia del
dictador militar; dicen haber presenciado, el salvamento de más de un centenar
de personas, entre ellos, el sindicalista Gonzalo Mosca; la jueza Alicia
Oliveira; el literato Alfredo Somoza; el sacerdote José Luis Caravias; los
seminaristas Enrique –Quique- Martínez Ossola, Miguel la Civita y Carlos
González; los catequistas Sergio y Ana Gobulin; el gobernador José Manuel de la
Sota; el jesuita Juan Carlos Scannone; etc.
Merece
la pena documentarse bien; incluso leyendo un documento de Amnistía
Internacional de 2013, donde se lee: “No hay una imputación o acusación formal
contra Jorge Mario Bergoglio y no tenemos constancia en nuestros archivos de
cualquier participación del Arzobispo de Buenos Aires en otros casos”.
Finalmente,
Francisco en un encuentro con Pérez Esquivel, dijo: “Hay que continuar
trabajando por la Verdad, la Justicia y la Reparación del daño producido por
las dictaduras”; creo que esa frase también es válida para el posacuerdo en
Colombia.
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