Con una nutrida asistencia de los Padres de Familia, el Consejo tuvo que
retractarse de la decisión, acogiendo y haciendo suyos los planteamientos de la
comunidad, para que Trudy continuara acompañando a las niñas, a los profesores y profesoras y
a las egresadas, desarrollando la excelente labor cumplida durante sus veinte
años como directora del Gimnasio Femenino, en los cuales,
como tuve ocasión de expresarlo hace en el mes de mayo, en la columna titulada
“Trudy y el Femenino”, se han introducido en el Femenino esquemas de
aprendizaje modernos para mantener vigente el colegio, como el Bachillerato
internacional, enfrentando los desafíos que impone a las mujeres el mundo
moderno. Un árbol que simboliza la historia y raíces del Colegio
que le entregaron a la Directora las niñas de la promoción 2013 selló este
resurgir.
Reitero, como miembro
del Consejo de Padres, que el “Femenino”, es un Colegio cargado de historia, de
valores y de principios, constructores de virtudes que han hecho de sus
egresadas y hace de sus alumnas, mujeres comprometidas con el liderazgo y el
futuro de Colombia.
COLOFÓN. A propósito de la defensa del
Derecho a la Vida, que por estos días es tan
vulnerado y cuya absurda propuesta de reglamentación hace tránsito como
Proyecto 016 en el Congreso de la República, quiero recordar una declaración
que como académico, me hace estar en plena sintonía con lo que afirmó hace año el
Santo Padre, Beato Juan Pablo II: "Así pues, no tiene razón de ser
esa mentalidad abandonista que lleva a considerar que las leyes contrarias al
derecho a la vida -las leyes que legalizan el aborto, la eutanasia, la
esterilización y la planificación de los nacimientos con métodos contrarios a
la vida y a la dignidad del matrimonio- son inevitables y ya casi una necesidad
social. Por el contrario, constituyen un germen de corrupción de la sociedad y
de sus fundamentos".
Igualmente, como lo expresó la semana anterior el doctor Juan José
García Posada: “Un Periodismo que se ponga al lado
de la corriente abortista, claudica en sus valores éticos fundamentales. Es la
negación de la vocación de defensa de los que no tienen voz.”
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