lunes, 29 de abril de 2019

Historia Constitucional de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, donde publico tres capítulos de Hernán Alejandro Olano García:

a. La Declaración de las Provincias Unidas de la Nueva Granada.
b. La Reforma Constitucional de 1968.
c. El Congresito de 1991.


miércoles, 24 de abril de 2019

Una química de altar


Una química de altar.
Por: Hernán Alejandro Olano García
Vaticanólogo.

Mucha gente piensa que los laicos y las laicas carecen de vocación para la santidad oficial, es decir, para ser canonizados; sin embargo, en los tres últimos pontificados, el número de no religiosos que han llegado a los altares de la Iglesia católica ha crecido sustancialmente, ya que la ejemplaridad de la vida y muerte de las personas, puede ser la misma, o incluso superior para una ama de casa o para un hombre de oficina, frente a un sacerdote o a una monja dedicados únicamente a la oración.

Los santos y santas, por aquello de la "fragilidad humana", pueden ser cualquier persona, particularmente quienes buscan santificarse en sus labores ordinarias.

El año anterior, el papa Francisco autorizó la promulgación del decreto que aprueba el milagro atribuido a la intercesión de la ingeniera química Guadalupe Ortiz de Landázuri, madrileña, nacida el 12 de diciembre de 1916, miembro del Opus Dei, quien será proclamada beata el próximo 18 de mayo, aniversario de su primera comunión. Guadalupe quiso encontrar a Cristo en el trabajo profesional y la vida ordinaria.

Guadalupe era “una mujer enamorada de Dios, llena de fe y de esperanza que, con su trabajo y optimismo, ayudó a los demás en sus necesidades espirituales y materiales. Era manifiesta la alegría que impregnaba todo su quehacer, también ante situaciones más difíciles”, como lo señaló el postulador de su causa (que para algunos toma el nombre de <<abogado del diablo>>), el sacerdote Antonio Rodríguez de Rivera.

A los que su vocación les obligó a vivir y a la vez, "ser" santos en el "mundo", les sobran méritos, pero requieren además ser tenidos como dignos de estar en los altares, deben, por su intercesión, haber generado un milagro, que ocurrió en el 2002 y consiste en la curación instantánea de un hombre de 76, Antonio Jesús Sedano Madrid,  que tenía un tumor maligno de piel junto al ojo derecho.

El beneficiado acudió con fe a la intercesión de Guadalupe Ortiz de Landázuri, pidiéndole que no fuera necesario someterse a una operación quirúrgica y, la mañana siguiente, el tumor había desaparecido por completo.

El anuncio de la beatificación de una laica del Opus Dei, realizado por la Santa Sede, fue destacado por el Prelado, Monseñor Fernando Ocáriz, máximo jerarca de la Obra, como familiarmente se conoce, en el sentido que “La vida de Guadalupe nos lleva a comprobar cómo el darse enteramente al Señor, respondiendo con generosidad a lo que Dios va pidiendo en cada momento, hace ser muy felices aquí en la tierra y luego en el Cielo, donde se encuentra la felicidad que no se acaba”, afirmó.

En ese sentido, Mons. Ocáriz pidió al Señor “que el ejemplo de Guadalupe nos anime a ser valientes para afrontar con entusiasmo y espíritu emprendedor las cosas grandes y pequeñas de cada día, para servir con amor y alegría a Dios y a los demás”.

Su padre era un militar nacionalista, ejecutado por los republicanos durante la Guerra Civil española. Guadalupe perdonó desde el primer momento a los responsables y, luego del conflicto bélico, acabó la carrera universitaria de Química en la Universidad Central de Madrid (hoy Universidad Complutense) y fue una de las cinco mujeres de su promoción. Después fue profesora de Física y Química en el Colegio de las Irlandesas y en el Liceo Francés de Madrid.

De 1950 a 1956 estuvo en México donde empezó con jóvenes universitarias el trabajo apostólico y de formación cristiana del Opus Dei. Su prioridad era cumplir la voluntad de Dios y ayudar a cada persona con desinterés y cariño. Desde 1956 se estableció en Roma, donde colaboró con San Josemaría en el gobierno del Opus Dei; a él lo había conocido en 1944 y ella dijo del santo: “Tuve la sensación clara de que Dios me hablaba a través de aquel sacerdote”.
Por motivos de salud, se trasladó a España en 1958 y reemprendió la enseñanza y la investigación en ámbito científico. Concluyó su tesis doctoral en Química y fue pionera del Centro de Estudios e Investigación de Ciencias Domésticas (CEICID). En todas sus acciones se reflejaba su anhelo de amar a Dios con su trabajo, su amistad y una honda alegría que transmitía de paz y serenidad.

Como consecuencia de una enfermedad del corazón, falleció en Pamplona, con fama de santidad, el día la Virgen del Carmen en 1975. Tenía 59 años. El proceso sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad de Guadalupe comenzó el 18 de noviembre de 2001 en Madrid.


lunes, 22 de abril de 2019

Mascotas colombianas


Mascotas colombianas
Por: Hernán Alejandro Olano García.

Armadillo, el armadillo que tenía de mascota Gustavo Rojas Pinilla;
Astro, el perro labrador del futbolista Iván Ramiro Córdoba;
Atavis, la gata de la exministra Clara López;
Bacatá, la perra del ex alcalde Gustavo Petro;
Berenice, la mirla de la ex contralora Sandra Morelli;
Brujo, el perro Sharpei de Jacquin de Samper, obsequiado por Simón González;
Chicote, perro del Buque Gloria;
Conchita, la mula de Juan Valdez;
Don Camilo, uno de los caballos más famosos de Colombia;
Julio, Nicanor y Chazam Chichimoco II, los perros de Juan Manuel Santos;
Lara, la perra dálmata de Alfonso López Michelsen;
Lina, la perrita y Nepal, la gata, mascotas del caricaturista Vladimir Flórez “Vladdo”; incluso les tiene cuenta en twitter: @LinaCocker y @NepalCat;
Lola Vargas y Mancho, las mascotas de Germán Vargas Lleras. Según "La Luciérnaga", Mancho ha debido llamarse <<Coscorrón>>, por aquello de la suave reprimenda a su escolta. El 14 de septiembre de 2017, apareció la cuenta en twitter de la mascota.
Maoreferendo, el perro pug de Álvaro Uribe Vélez;
Monaguillo, el león del equipo de fútbol bogotano Independiente Santa Fe;
Palomo, el caballo de Simón Bolívar, fallecido diez años después que su amo, el 17 de diciembre de 1840. También fue dueño de El momposo, que le regalaron en Mompóx; El Fraile, que se lo regaló un sacerdote; El Guajiro, que le regalaron en esa región;
Pastora, la lora de “Don Chinche”;
Pipo, el marranito de Eutimio Pastrana Polanía en “Don Chinche”;
Pony, el perro Golden retreiver del ciclista Nairo Quintana.
Presidente, el perro que Ernesto Samper tenía al llegar a la presidencia;
Triguero, el famoso caballo, orgullo nacional del Hipódromo de Techo;
Trompita, la perra de Ernesto Samper (¿Por aquello del Elefante?);
Túpac Amaru, el caballo del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, alias <<El mexicano>>;
Zucarita, la perra del ex fiscal Mario Iguarán.

MASCOTAS EXTRANJERAS:
Babieca, el caballo del Cid Campeador;
Blondi, el perro de Hitler;
Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno;
Chita, el mico que acompañaba a Tarzán;
Comisario Rex, un pastor alemán protagonista de una serie de televisión;
Copito de Nieve, el gorila albino del zoológico de Barcelona;
Democracia, la tortuga de Mafalda;
Flipper, el delfín de una serie de televisión;
Incinato, el caballo de Calígula;
Laika, la primera perra astronauta;
Lassie, la perra pastor Colly que protagonizaba una serie de televisión;
Leoncico, el perro de Vasco Núñez de Balboa;
Malacara, el burro del beato Cura Brochero;
Panquiaco, el perro del conquistador Hernán Cortés;
Perro de León, el perro de Nelson Mandela;
Plata, el caballo del Llanero Solitario;
Rin Tin Tin el primer perro protagonista de una serie policiaca de televisión;
Rocinante, el caballo de don Quijote;
Rucio, el color, más no el nombre, del burro de Sancho Panza;
Santander y Páez, los perros de Manuel Sáenz;
Segismundo y Melibea, los perros del expresidente ecuatoriano Rafael Correa;
Simón, el perro de la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kichner;
Thea y Noé, los burros del papa Francisco.

martes, 16 de abril de 2019

El sermón de las siete palabras

El sermón de las siete palabras.
Por: Hernan Alejandro Olano.
Doctor en derecho canónico

Las últimas frases pronunciadas por Jesús en la Cruz antes de expirar, se conocen con el nombre delas Siete Palabras y son las siguientes: (i) "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen": es la mejor frase para representar la polarización política del país, lo cual no beneficia el interés general.

; (ii) "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso”: Pueden ser las promesas en periodo pre electoral, pero además se consideran como en la mitología griega, cantos de sirena que llevan al abismo del mar.


 (iii) "Mujer, ahí tienes a tu hijo”: Es un mensaje para las que no desean continuar con su embarazo y luego del nacimiento de un ser no se quieren desprender de la maravilla que es la vida humana.

 (iv) "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?": El mensaje de desesperación de los desempleados, así como de los migrantes venezolanos.

 (v) "Tengo sed"; siempre se ha dicho que la tercera guerra mundial será por la escasez de agua, ya hemos visto como poblaciones colombianas en la Guajira carecen del vital líquido, siendo este un llamado a las autoridades para solucionar ese inconveniente.

(vi) "Todo está cumplido": podríamos pensar que en relación con la paz para Colombia, aún estamos lejos de poder implementar esta frase del Señor.

, (vii) "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu": siempre buscamos el apoyo de nuestra familia y su acogida, pero en Colombia, no todos los padres cumplen con sus obligaciones morales y jurídicas, el número de demandas por alimentos no permiten asegurar el cumplimiento absoluto de esta séptima palabra.

Los jóvenes y la fe

Los jóvenes y la fe.
Por: Hernán Alejandro Olano García.
Doctor en Derecho Canónico.
Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.”    Lucas 17: 5.
la Buena Nueva de Jesús marca un camino que puede ayudar a los jóvenes a crecer humana y espiritualmente, a encontrar la felicidad, la calidad y la madurez de vida.

Tops para que los jóvenes crezcan en la fe:
1. . El crecimiento espiritual viene como efecto de una transformación real, por ejemplo, un grupo de oración, ir a una jornada mundial de la juventud o tan solo ayudar en misiones.
2. El crecimiento espiritual inspira una actitud de avance, pues cuando Dios trabaja en nuestras vidas, nos reta a seguir creciendo.
3. El crecimiento espiritual promueve una actitud de servicio; hoy en día los jóvenes están siendo más solidarios y trabajan sin recompensa en obras de voluntariado.
4. El crecimiento espiritual genera una actitud de humildad y de servicio: Para servir, servir.
5. Desafortunadamente, el conocimiento experiencial de la gracia de Dios no se está dando en las familias como iglesia doméstica.

En 2003, el sacerdote y psicoanalista católico Tony Anatrella, preparando los documentos para la JMJ de Colonia, Alemania, decía:
"Los jóvenes manifiestan una variada fragilidad aunque permanezcan abiertos, disponibles y generosos. Ya no pesan sobre ellos ideologías como en las generaciones precedentes. Aspiran a relaciones auténticas y están en búsqueda de la verdad, pero al no encontrarlas en la realidad, esperan encontrarlas en su propio interior".

Así, el crecimiento de las vocaciones de servicio dentro de la Iglesia por parte de los jóvenes está marcada por un compromiso de cambio social, pues aunque la  mayoría está lejos de preocupaciones religiosas y a menudo reconoce no haber sido sensibilizada ni educada en este campo, pero cuando encuentran adultos que de verdad lo son, que están en el puesto correcto y que son en grado de transmitirles los valores de la vida, tal como lo sabe hacer el Papa Francisco con su lenguaje callejero y coloquial, ellos escuchan lo que se les transmite sobre la experiencia cristiana, a la espera de poder a su vez inspirarse en ella y así, en los últimos seis años, la iglesia católica así como otras muchas congregaciones, han experimentado un crecimiento de la Fe, que responde a los propósitos que Juan Pablo II quiso para la nueva evangelización con la encíclica nuevo millenio eineunte.
www.hernanolano.org
@HernanOlano
Doctor en derecho canónico
Director de etiét yy humanidade universidad La Gran Colombia.

sábado, 13 de abril de 2019

El derecho y la "Economía Naranja"


El derecho y la "Economía Naranja"
Por: Hernán Alejandro Olano García.

El naranja está asociado con la creatividad y la identidad; en la India, por ejemplo, se le asocia con el abdomen, que es el centro creativo de la persona o chacra naranja, en el confucionismo, el naranja es la transformación y, Frank Sinatra decía que era el color más feliz por representar el entretenimiento y la extroversión; pues bien, como se sabe, la Economía Naranja busca que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor esté depositado en la propiedad intelectual, lo cual se divide en dos componentes: i) La economía cultural e industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las Industrias Culturales Convencionales y, ii) Las áreas de soporte para la creatividad.

Esta economía conjuga la inteligencia social, que es la de las emociones, o la que ofrece experiencias, conjugando varios elementos como la ciencia, el arte, la tecnología y la creatividad, e incluye además turismo cultural, ecoturismo, deportes, literatura, productos audiovisuales, contenidos multimedia, agencias de noticias, arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, creación y diseño, juegos y juguetes, moda, música, creación publicitaria, desarrollo de software, radio y televisión y videojuegos; en fin, multiplicidad de bienes y servicios creativos que son conocidos como “mentefacturas”, expresión de la riqueza del capital humano como nuevo factor para medir la riqueza de los países.

Según el BID, tan sólo el 1,77% de las exportaciones de bienes creativos mundiales se originan en Latinoamérica y el Caribe, no obstante que es un eje de desarrollo para la creación de empleos y riqueza en lo que debería ser la base de una “Revolución Naranja” que haga de nuestros países un imperio de la creatividad, particularmente, teniendo en cuenta que en la región hay 107 millones de jóvenes entre los 14 y los 24 años, edad y grupo fértil para el fortalecimiento de lo que debe ser la economía del futuro, también llamada “economía del consumo” de bienes, servicios y experiencias alrededor de la Economía Naranja, que además busca cerrar las brechas sociales acercando a las personas privilegiadas con las más humildes hacia la integración social y la transformación de bienes y servicios simbólicos en beneficio de la sociedad, como lo quiso John Howkins, el británico que se inventó el término de la “Economía Naranja”, como una oportunidad infinita en las industrias creativas.

La “Ley Naranja”, 1834 de 2017, que propende por la Política Integral de la Economía Creativa o “Política Naranja”, busca la participación plural y equilibrada entre actores públicos y privados, sociales, gremiales y asociativos a través del ente coordinador de la “Economía Naranja”, que es el Consejo Nacional de la Economía Naranja – CNEN, consolidado por decreto 1935 de octubre 18 de 2018 como organismo asesor y consultivo del Gobierno Nacional, encargado de formular lineamientos generales de política y coordinar las acciones interinstitucionales necesarias para la promoción, defensa, divulgación y desarrollo de la economía creativa y la promoción del sello “Creado en Colombia”.

Iván Duque y Felipe Buitrago, desde sus tiempos del BID, hablaban de “retener, atraer, capturar y reproducir el talento de un segmento de la población, que por lo general se encuentra subvalorado socialmente y pobremente remunerado económicamente”. Sin embargo, las instituciones encargadas de la promoción de las industrias culturales requieren apoyo jurídico, ante lo cual surgen una serie de interrogantes válidos para encontrar una respuesta acertada: ¿las facultades de derecho están apoyando la creatividad con asesoría regulatoria desde sus consultorios jurídicos?, ¿esas mismas facultades están enseñando a sus estudiantes a ser creativos?, ¿las normas de protección nacional y Andina a la propiedad industrial y a la propiedad intelectual son suficientemente conocidas por los emprendedores naranja?, ¿la economía creativa está verdaderamente protegida en Colombia?, ¿el Fondo Naranja y los Comités Técnicos Naranja ya empezaron a funcionar?, ¿cuántas jornadas de educación naranja se han promovido para la formación del progreso cultural y creativo, en el marco de la autonomía escolar, por parte de los ministerios de Cultura y educación, el SENA y la Dirección Nacional del derecho de Autor como lo dispone la Ley Naranja?


viernes, 12 de abril de 2019

SEMANA SANTA PARA MILLENIALS.


SEMANA SANTA PARA MILLENIALS.
Por: Hernán Alejandro Olano García
Vaticanólogo – Doctor en Derecho Canónico.

A estas alturas del siglo XXI, hablar del “Catecismo Astete” no significa nada para los jóvenes, quienes tampoco se formaron con la cartilla “La Alegría de Leer” y mucho menos con “Nacho Lee” o “Coquito”. Lo importante, es que la necesidad que se tenía, por parte de todo cristiano al llegar a la edad del uso de razón (antes los siete años), requiere un conocimiento, por lo menos global de las verdades de la fe y de una serie de conocimientos mínimos en una temporada importante para los católicos como lo es la Semana Santa, razón por la cual explicaré algunos términos, para que sea útil conocer el sentido de esta celebración, que comenzó el “miércoles de ceniza” y se alargó por espacio de cuarenta días (La cuaresma), hasta esta semana, previa la celebración del viernes de dolores, que simboliza el dolor de una madre por sus hijos y la sensibilidad de las mujeres y, el domingo de ramos, cuando se abre solemnemente las celebraciones litúrgicas y se conmemora  el recuerdo de las palmas y de la entrada de Jesús a Jerusalén y la Liturgia de la Palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

¿Por qué la Semana Santa no es la misma semana todos los años? En el Concilio de Nicea del año 325 se fijaron las condiciones para la fecha de la Semana Santa, entre ellas, que la Pascua de Resurrección sea celebrada el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de marzo y se calcula, empleando la Luna llena, razón por la cual, se da entre el 22 de marzo y no más allá del 25 de abril.

¿Qué se celebra cada uno de los días de la Semana Santa? El lunes, la unción de Jesús en la casa de Lázaro y la expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén. El martes, Jesús dice que uno de los discípulos (Pedro) lo negará tres veces y anticipa la traición de otro de los apóstoles (Judas). El miércoles, Judas Iscariote negocia en el Sanedrín entregar a Jesús a cambio de treinta monedas de plata. El jueves se realiza el lavatorio de los pies a los discípulos y se llevó a cabo la Última Cena, que es la institución de la Misa o de la Eucaristía, razón por la cual, se bendicen actualmente en esa ceremonia los santos óleos y el crisma; además se recuerda la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos en Getsemaní, horas antes de su arresto por la Guardia Romana. El viernes, se conmemora la prisión de Jesús, interrogado por Caifás y Poncio Pilatos, la flagelación, la coronación de espinas y el Camino con la Cruz (Via Crucis) hacia el Gólgota, donde Jesús será crucificado y morirá a las cinco de la tarde.

¿Quién fue Poncio Pilatos? El gobernador romano que condenó a la crucifixión a Jesús. Pilatos es el arquetipo de la duda política y representa al dirigente que esconde su responsabilidad tras el lavado de las manos.

¿Quién era Barrabás? Un criminal, responsable de alborotamiento, asesinato y robo, condenado a muerte, pero indultado a cambio de crucificar a Jesús.

¿Quién era Simón de Cirene? El denominado “Cireneo”, por su gentilicio, fue, según los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, la persona que ayuda a cargar con la cruz de Jesús hasta el Gólgota, donde luego sería crucificado.

¿Quién era Dimas? Fue un ladrón crucificado junto con Cristo, que supo "robarle" en el último momento el cielo, cuando le dijo: 'Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso'.

¿Quién era Longinos? Según un texto bíblico apócrifo, Longinos era el soldado romano que atravesó el cuerpo de Jesús con la lanza cuando estaba en la cruz.

¿Quién era José de Arimatea? era el hermano menor de Joaquín, el padre de la Virgen María y a su vez, era el dueño del sepulcro en el cual fue depositado el cuerpo de Jesús muerto en la Cruz.

¿Qué son los monumentos? En todas las iglesias, a partir de la tarde-noche del jueves santo y hasta el mediodía del viernes, se deja expuesta en una custodia la hostia consagrada, que representa la presencia de Jesús y a ello se le denomina “Monumento”. La tradición de Colombia es visitar al menos siete iglesias para pedir por nuestras necesidades.

¿Qué es el Vía Crucis? Es una de las devociones de oración que se desarrolla el viernes santo, referida a los momentos vividos por Jesús de Nazaret desde su apresamiento, hasta su crucifixión y sepultura. Corresponde a catorce momentos de la pasión y muerte del Señor: (i) Jesús es condenado a muerte; (ii) Jesús lleva la cruz en sus hombros; (iii) Jesús cae por primera vez; (iv) Jesús encuentra a María, su madre; (v) Jesús es ayudado por un cirineo; (vi) Verónica limpia el rostro de Jesús; (vii) Jesús cae por segunda vez; (viii) Jesús consuela a mujeres que lloran; (ix) Jesús cae por tercera vez; (x) Despojan a Jesús de sus vestiduras; (xi) Jesús es clavado en la cruz; (xii) Jesús muere en la cruz; (xiii) Discípulos bajan el cuerpo de Jesús; y, (xiv) Entierran a Jesús en un sepulcro nuevo.

¿Cuáles son la “Siete Palabras”? Las últimas frases pronunciadas por Jesús en la Cruz antes de expirar, se conocen con el nombre delas Siete Palabras y son las siguientes: (i) "Padreperdónalos, porque no saben lo que hacen"; (ii) "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso”; (iii) "Mujer, ahí tienes a tu hijo”; (iv) "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?"; (v) "Tengo sed"; (vi) "Todo está cumplido" y, (vii) "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".

¿Qué es el INRI? INRI, es la inscripción que se grabó en la cruz de cristo, y corresponde a las palabras IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM (Jesús de Nazaret Rey de los Judíos).

¿Por qué se dice “Llorar como una  Magdalena”? Cuando Cristo muere, María Magdalena llora a sus pies junto a la virgen María. Además, María Magdalena era prostituta y su llanto simboliza el arrepentimiento ante Dios.


¿Mil jesuses? Aunque es una tradición para el tres de mayo, día de la Santa Cruz, las familias paisas tenían la tradición de rezar mil veces Jesús, seguidos de la siguiente oración: “Satanás a mi casa no entrarás, en nuestros corazones no reinarás porque el Día de la Santa Cruz diremos mil veces: Jesús, Jesús...”.

¿Qué es una matraca? Es un instrumento de percusión formado por una rueda de tablas en forma de aspa que al girar son golpeadas por pequeños mazos, produciendo un ruido seco y desagradable. En semana Santa, se hacía sonar a cambio de las campanas de las iglesias.

¿Qué son los 33 credos? Es una tradición, la cual consiste en rezar ante el sepulcro de Jesús 33 veces el Credo, con el propósito de pedir misericordia, aplacar actos violentos y catástrofes naturales y vencer las asechanzas del demonio. En Colombia se van haciendo nudos en una cuerdita; antes se hacía en una hoja de la palma del domingo de ramos.

¿Cómo murió Judas Iscariote, el traidor? Aunque Mateo afirma que Judas se arrepintió de su traición y fue a devolver las treinta monedas a los sacerdotes del Sanedrín, otra versión es que se suicidó, ahorcándose por remordimiento, no por arrepentimiento. “Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre" (Mateo 27:5-8).

¿Qué son los Sahumerios? Era costumbre, el viernes santo, bañarse y limpiar la casa con siete hierbas “dulces” para desterrar las malas energías: menta, albahaca, hierbabuena, toronjil, limoncillo, siempreviva y canelón y hacer lo mismo con siete  hierbas “amargas” para matizar las energías: salvia, altamisia, ruda, plateado, rompezaraguey, destrancadera y matimbá.

¿Qué es el Triduo Pascual? Son los días en que la liturgia cristiana católica y conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo, siendo el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico. Así concluye la Cuaresma e inicia el tiempo de Pascua.

¿Qué sigue luego de la Resurrección del Señor? A partir del domingo de resurrección se cambia el rezo a las doce del día del Ángelus por el del Regina Coeli, lo cual ocurre durante los siguientes cincuenta días hasta Pentecostés, que es la venida gloriosa del Espíritu Santo sobre la Santísima Virgen y el Colegio Apostólico, es decir, los apóstoles reunidos.

¿Qué es la bendición Urbi et Orbi? Es una de las dos bendiciones generales que el Papa realiza desde Roma (la otra es el 25 de diciembre) con ocasión de la llegada de la Pascua. La traducción de esta bendición, es “Para la Ciudad y el Mundo” y se realiza con todas las solemnidades. También es impartida por el Papa el día de su elección.

Con la pascua, vino la tradición inglesa de obsequiar huevos, debido a que durante los días precedentes, la gente hacía ayuno. También, cuenta la leyenda que un conejo quedó encerrado en el sepulcro de Jesús junto a su cuerpo y que fue testigo de su resurrección, siendo el mensajero que comunicó a los niños la noticia.

Además de estas explicaciones, en Colombia se han tejido muchos mitos alrededor de la Semana Santa, por ejemplo, que los abuelos debían castigar a los hijos y nietos, azotándolos el jueves santo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Otra cosa era, que nadie podía bañarse los días santos porque se volvía pescado; ni tampoco tener relaciones sexuales, bailar o escuchar música a alto volumen. Una tradición muy extendida en España era la de indultar a un preso en Semana Santa, en Tunja, en cambio, se les liberaba jueves y viernes santo para ir a pedir limosna.

Finalmente, el saludo a partir del próximo lunes, debe ser el de “Felices Pascuas”, por la Pascua de resurrección, que denota felicidad para los cristianos luego de un tiempo de recogimiento y arrepentimiento, razón por la cual en muchos países, salvo en el nuestro, se utiliza la expresión: Más contento que unas pascuas.

miércoles, 10 de abril de 2019

La verdad sobre "El Bogotazo" y el asesinato de Gaitán.


La verdad sobre "El Bogotazo" y el asesinato de Gaitán.
Por: Hernán Alejandro Olano García

In memoriam, Mariano Ospina Hernández (1927 – 2018).[1]

Resumen: Dentro de su línea de investigación en Historia de las Instituciones, el autor procede a presentar uno de los períodos más criticados de la historia contemporánea de Colombia, llegando a develar grandes secretos en los cuales el país ha querido vivir, sin imaginarse que tales incógnitas poseen unos responsables internacionales.
Palabras clave: La Violencia, violencia política, bipartidismo, Colombia, Bogotazo.

****.
En las elecciones para el período presidencial 1946-1950, los liberales se dividieron en dos candidaturas, la de Gabriel Turbay, quien bajo el lema “Revitalización Liberal” recibió 441199 votos y la de Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el cual recibió 356995 sufragios; los conservadores lanzaron para la candidatura de Unión Nacional en una rápida campaña de dos meses, a Mariano Ospina Pérez como candidato, resultando ganador en las elecciones del 5 de mayo con 565939 votos.

El doctor Gabriel Turbay, al igual que muchos jóvenes liberales, en la década de los veinte del siglo anterior, había pertenecido al Partido Socialista revolucionario - PSR. Él era un hombre brillante, “preparado, impopular, de origen sirio-libanés, que no podía asomarse a un balcón sin que la multitud, partidaria de Gaitán, lo recibiera a los gritos de <Turco no, turco jamás>, y empezara a tirarle piedra”[2] en las marchas tumulturarias. Según Gabo, Gabriel Turbay “era un médico culto y elegante, de finos lentes de oro que le infundían un cierto aire de artista de cine. En un reciente congreso del Partido Comunista había pronunciado un discurso imprevisto que sorprendió a muchos e inquietó a algunos de sus copartidarios burgueses, pero él no creía contrariar de palabra ni de obra su formación liberal ni su vocación de aristócrata. Su familiaridad con la diplomacia rusa le venía desde 1936, cuando estableció en Roma las relaciones con la Unión Soviética, en su condición de embajador de Colombia”. [3] Y en relación con el resultado de las elecciones de 1946, señaló el Nobel de Literatura colombiano: “El doctor Gabriel Turbay, más abrumado por su genio depresivo que por los votos adversos, se fue a Europa sin rumbo ni sentido, con el pretexto de una alta especialización en cardiología, y murió sólo y vencido por el asma de la derrota al cabo de año y medio entre las flores de papel y los gobelinos marchitos del hotel Place Athénée de París”[4]; precisamente, luego de las elecciones, Turbay abandonó sus huestes y “se va con su adolorido espíritu” [5], sin que se presagiara el fatal desenlace.

Entre tanto, fiel a su programa de unión nacional, Ospina Pérez, más empresario y caficultor que político, para las elecciones de 1928 su nombre floreció como candidato presidencial, pues ya había sido ministro. Cuando fue elegido Presidente de la República, hizo frente con aplomo e inteligencia a las dificultades de orden económico y social que eran consecuencia del fin de la Segunda Guerra Mundial, con la colaboración de todas las ramas del gobierno y el respeto de todos sus connacionales.

El patriarca antioqueño, nació en Medellín en 1891; bachiller en 1907 del Colegio San Ignacio con las más altas calificaciones y, se graduó como ingeniero en la afamada Escuela de Minas de su ciudad, con la tesis de grado “Los aluviones del río Porce y su explotación”. Se especializó en los Estados Unidos de Norteamérica, asistiendo a la universidad de Louisiana, donde obtuvo en 1913 el Master of Science; luego pasó a la Universidad de Wisconsin donde realizó cursos especiales en ingeniería civil y gerencia económica y, posteriormente viajó al Instituto Montefiori, adscrito a la Universidad de Lieja en Bélgica, en la cual tomó los cursos de manejo de ferrocarriles, técnicas de excavación minera y economía y sociología industrial. En 1950 la Pontificia Universidad Javeriana le concedería el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Económicas y Jurídicas.

Fue novio de su prima Helena Ospina, pero, luego de terminar caballerosamente esa relación y, teniendo ya treinta y cinco años, contrajo matrimonio el 18 de julio de 1926 con la joven Bertha Hernández Fernández, quien luego promovió como primera dama de la nación la huerta casera, para que cada familia tuviera en su casa lo mínimo en la mesa. El padre de doña Bertha, era el industrial Antonio María Hernández, fundador de la Compañía Antioqueña de Tejidos, del Banco Comercial Antioqueño, de la Compañía Colombiana de Tabaco y del Ferrocarril de Amagá. Por su parte, Mercedes Fernández Echevarría era la madre de doña Bertha. Fueron los hijos del matrimonio Ospina Hernández: Mariano, Rodrigo, Fernando; Gonzalo y María Clara.

Fue doña Bertha la presidenta de la Organización Femenina Nacional, institución fundada con el propósito de reunir a las mujeres colombianas para luchar por el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos y del derecho al sufragio, que se depositaría por primera vez el 1 de diciembre de 1957. También luchó por la igualdad salarial de las mujeres y a ocupar altos cargos directivos del Estado, y contra la discriminación con los despidos por matrimonio o embarazo.

Primera figura femenina de la política del país, llegaría al Congreso de la República como Senadora de la República, ocupando por más de veinte años una curul. También escribió su columna “El Tábano”, publicada en “El Siglo” y luego en “La República” y los libros “El Tábano y la enjalma”, “La mesa campesina” y “Mis jardines de orquídeas de La Clarita”, pues fue una de las orquideólogas más importantes del país.

Volviendo a Ospina Pérez, éste fue Concejal de Medellín, Diputado a la Asamblea de Antioquia por el circuito electoral de Fredonia, promoviendo desde ese cargo la creación de la Secretaría de Agricultura y Fomento de Antioquia.

Más tarde fue Representante a la Cámara, Senador de la República, catedrático y posteriormente Rector de la Escuela de Minas; profesor de las universidades del Rosario, Nacional y Javeriana en Bogotá. Fue Superintendente del Ferrocarril de Antioquia; Presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y, Presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, que había sido fundada por sus tíos Pedro Nel y Rafael y, dirigida por su padre, don Tulio Ospina Vásquez, “abanderado nacional de la mineralogía, por las revelaciones que hizo en 1911 acerca de la estructura de la Cordillera Central de los Andes”[6], habiendo participado en el Congreso Cafetero de 1920 promovido por la Sociedad de Agricultores de Colombia – SAC.

En su actividad particular, como empresario, vendió tractores y enseñaba a manejarlos; también organizó la Compañía de Cigarrillos “La Habanera” y creó la firma de construcciones y urbanismo Ospinas y Compañía.

Como católico convencido y practicante, se unió con varios pensadores antioqueños, entre ellos Francisco de Paula Pérez, Alfredo Koch Arango, Esteban Jaramillo, Jesús María Marulanda y Carlos Gómez Martínez, quiso fundar un gran centro universitario católico en Medellín, que es hoy la Universidad Pontificia Bolivariana de esa ciudad.

El 7 de agosto de 1926 por designación del presidente Miguel Abadía Méndez, llegaría el doctor Ospina a ocupar el cargo de Ministro de Obras Públicas, siendo el más joven del gabinete, ya que los demás ministros “pertenecían a las viejas perchas centenaristas, eminencias grises de la hegemonía”.[7]

Misael Pastrana Borrero[8] describió así a Ospina Pérez:

Fue el presidente Ospina Pérez bolivariano y cristiano, y convirtió esos postulados en el eje de su proceder y en la razón de su gobierno. La conciencia de que sólo dentro del orden puede diseñarse un Estado organizado, y el horror al “infierno de la anarquía”. Cuando paseamos la mirada por el mapa de nuestra América, y la divisamos sumida en la confusión, sujeta al vaivén del péndulo de las dictaduras opresivas y al vendaval de los extremismos de izquierda, comprendemos lo que para Colombia significó haber estado guiada por la mente firme y el carácter tranquilo de Ospina Pérez, en especial en las horas en que con doña Bertha a su lado, resistió los embates del primer asalto organizado de la internacional soviética contra una democracia de nuestro hemisferio”.

Y, el doctor Rodrigo Llorente Martínez, hablando de la personalidad multifacética de Ospina Pérez, agregaba: “Era un hombre cordial, de cálida amistad y afecto hacia quienes a él se acercaban; pero en sus decisiones de hombre de Estado pocas veces ha habido en nuestra historia un gobernante que procediera con mayor serenidad, rayana en la frialdad, cuando estaban de por medio los grandes intereses nacionales”.[9]

Entre tanto, junto con su esposa Bertha, la pareja presidencial, fue descrita así: “Él lucía tranquilo, despreocupado, optimista. Ella, alegre, dicharachera, antioqueña de pura cepa, amante de sus orquídeas. Ambos, amables y sencillos. Lo hacían sentir a uno como amigo de toda la vida”.[10]

Tomó posesión de su destino Ospina Pérez en la tarde del 7 de agosto de 1946, arribando con su comitiva al recinto del Capitolio Nacional y allí, “las cámaras reunidas en el Elíptico escucharon al Presidente Ospina, el pausado pero firme juramento y las palabras al tomar posesión del mando. No sin antes haber padecido con imperturbable paciencia el discurso de dos horas y media, todo un libro, del Presidente del Senado, José Jaramillo Giraldo, en el cual hizo un minucioso recuento de las obras cumplidas por las administraciones liberales en los dieciséis años de gobierno”.[11] Como dato curioso, el Cardenal Clemente Micara[12], enviado de la Santa Sede, quien por protocolo decidió permanecer en el salón, sufrió de una terrible epoxia, pues no pudo ir al baño durante la ceremonia.

El primer gabinete de Ospina Pérez, integrado por hombres mayores de cuarenta años y por lo menos quince de ejercicio profesional y político, respaldó con su firma el 13 de agosto una misiva que remitió el Jefe de Estado a todos los gobernadores y alcaldes, con el propósito de aplicar la meritocracia –que sin duda era orientada a los mejores del conservatismo-, no obstante las aclaraciones hechas en la misiva, que en sus apartes decía:

“La carrera administrativa será respetada, en la forma prevista por las leyes. No sin advertir a quienes en ella hayan ingresado, que esa conquista del derecho administrativo colombiano en manera alguna pueda significar la culminación de sus actividades, hasta llegar a una canonjía, porque ello desvirtúa esencialmente los preceptos que la informan y equivale a consolidar la rutina y a estabilizar la inacción. Quienes pertenecen a esa categoría de servidores se hallan más obligados a dar el rendimiento completo de sus energías y capacidades. Hacemos un llamamiento a la cordura de los colombianos para que depongan todo sentimiento de discordia y que contribuyan a mantener el clima de unión nacional que nos permita sortear las graves dificultades de los días que corren, no sólo evitando peligros que son comunes a los diversos pueblos de la tierra, sino de manera que nos permitan resolver, unidos, problemas que pesan en el presente y que inquietan nuestro porvenir”.[13]

Dentro del grupo de colaboradores más estrechos del Presidente Ospina, estuvieron, entre otros, los juristas: Francisco de Paula Pérez, Arturo Tapias Pilonieta, Guillermo Salamanca; el visionario Gabriel Betancourt Mejía; el economista Hernán Jaramillo Ocampo; el diplomático José María Villarreal, el maestro Darío Echandía; el educador Rafael Azula Barrera, así como un joven que ocuparía la Secretaría Privada de la Presidencia, Misael Pastrana Borrero.

Durante la administración de Ospina fue contratada por primera vez la Misión Currie, liderada por Lauchin Currie, un economista nacido en Nueva Escocia, Canadá, quien organizó el plan de desarrollo nacional. Currie se anticipó en sus escritos en Harvard al pensamiento de Keynes.

El 23 de diciembre de 1946, sancionó el Acto Legislativo # 1, en el cual se determinó que las Asambleas departamentales eran de elección popular y compuesta por tantos diputados cuantos correspondiesen a la población del respectivo departamento, a razón de un diputado por cada 40.000 habitantes y uno más por fracción igual o mayor a la mitad de esa cifra.

En 1947, sancionaría el Acto Legislativo # 1 del 25 de noviembre, a través del cual se fijarían las condiciones necesarias para ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia y de los Tribunales superiores.

Dentro de las realizaciones de ésta administración, se puede contar la creación del Ministerio de Higiene[14]; el Instituto Nacional de Nutrición y Alimentos (luego IDEMA); el Instituto de los Seguros Sociales, el impulso del Instituto de Crédito Territorial; la creación del Ministerio de Agricultura y Ganadería; la capitalización de la Caja Agraria; la construcción de las represas del Sisga, Saldaña, Coello y del Neusa; la aprobación del Instituto Nacional de Aprovechamiento de Aguas y Fomento Eléctrico; la creación del Instituto de Fomento Algodonero, con el apoyo del líder vallenato Pedro Castro  Monsalvo; la fundación del Instituto de Parcelaciones, Colonización y Defensa Forestal (luego INCORA); la creación de los planes y filosofía del ICETEX; la creación del Consejo Nacional de Petróleos; la modernización de la empresa de Telecomunicaciones - TELECOM; el establecimiento de la Sidedúrgica Acerías Paz de Río; la fundación de la fábrica de soda y productos derivados de la sal; se modernizó la Armada Nacional. Creó la policía Rural, la Corte Electoral y la Registraduría Nacional del Estado Civil, e igualmente reorganizó la Dirección General Aeronáutica.

Ospina Pérez, “la estatua viviente”, promulgó el Código Sustantivo y Procesal del Trabajo, habiéndose aprobado previamente el salario mínimo, con la prohibición de rebajarlo; implantó la prima semestral y propició la expedición del decreto 1832 que ordenó el suministro de overoles y calzado a los trabajadores dos veces al año. Aunque no alcanzó a crear el SENA, si creó la obligación a las empresas de asignar sumas con destino a capacitar a los hijos de los trabajadores en oficios técnicos. Igualmente, con el propósito de contrarrestar la politización de la Central Obrera CTC, propició la creación de la UTC – Unión de trabajadores de Colombia, orientada por los principios de la encíclica Laborem excercens de León XIII.

Y, es que las movilizaciones populares, así como las huelgas caracterizaron este cuatrienio: “Desde agosto de 1946 a finales de 1947 hubo cerca de 600 conflictos colectivos, con un número creciente de despedidos. También se produjeron despidos “políticos” para reemplazar liberales por conservadores. Las huelgas se sucedían: de los empleados de Obras Públicas del Huila a los trabajadores municipales de Medellín, Cali y Bogotá y de estos a los obreros del petróleo. En febrero de 1947 la central sindical CTC organizó en Bogotá una manifestación contra el gobierno con pancartas que decían “Francia 1793, Rusia 1917, Bolivia y Venezuela 1946 ¿Colombia hasta cuándo?”. Así fue como la consigna de huelga general lanzada por la CTC contra el gobierno se expandió rápidamente; pero este también se preparó para responder”.[15] La respuesta, entre otras, se dio con “la creación de grupos especializados dedicados a la vigilancia de los sindicatos y de las distintas actividades políticas, grupos que el liberalismo denominaba Popol, o policía política”.[16]

Igualmente, esta administración construyó más de veinte puentes de gran envergadura y construyó edificios públicos nacionales en diversas ciudades del país, con el propósito de descentralizar las Obras Públicas, tal y como se lo propusiera el gobierno desde el comienzo. Así mismo se adelantaron planes de navegación y obras portuarias y se expidieron rigurosas medidas antiinflacionarias, así como una política de empréstitos. Según Torres del Río: “para Ospina Pérez el programa económico gubernamental se resumía en una frase: convertir al país en una gran empresa de producción. El problema es que tal lema llevó a una vida cara y a la inflación”.[17]

Aunque durante su gobierno a principios de 1948, luego de que la oposición reuniera más de doscientas mil personas en una expresión de protesta sin precedentes hasta el momento: la <Marcha de las Antorchas y el Silencio>, organizada por facciones sobrevivientes del unirismo[18] (Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria) del sábado 7 de febrero, cuando el liberalismo se retiró de los ministerios y de las gobernaciones, volvió al gobierno después del 9 de abril y hasta mayo de 1949, cuando nuevamente  se rompió el esquema de unión nacional. La consigna de Gaitán “El hambre no es ni liberal ni conservadora”, unió a la base popular colombiana en torno a su figura.

En esa marcha, entre las banderas rojas del partido y las negras del duelo liberal, no hubo ni un solo grito, tan sólo los aplausos a Gaitán cuando pronunció la <<oración por la paz>>, “con una carga emocional sobrecogedora” [19], como la calificó García Márquez.

Pidiéndole a Ospina Pérez “hechos de paz y de civilización”, Gaitán hizo uso de su elocuente oratoria, en rechazo a la violencia partidista, en cuyos apartes decía:

“Señor Presidente: Vos que sois un hombre de universidad debéis comprender de lo que es capaz la disciplina de un partido, que logra contrariar las leyes de la psicología colectiva para recatar la emoción en un silencio, como el de esta inmensa muchedumbre. Bien comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa. 

Ninguna colectividad en el mundo ha dado una demostración superior a la presente. Pero si esta manifestación sucede, es porque hay algo grave, y no por triviales razones. Hay un partido de orden capaz de realizar este acto para evitar que la sangre siga derramándose y para que las leyes se cumplan, porque ellas son la expresión de la conciencia general. No me he engañado cuando he dicho que creo en la conciencia del pueblo, porque ese concepto ha sido ratificado ampliamente en esta demostración, donde los vítores y los aplausos desaparecen para que solo se escuche el rumor emocionado de los millares de banderas negras, que aquí se han traído para recordar a nuestros hombres villanamente asesinados. 

Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad pública. ¡Todo depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia. Esos espíritus de mala intención callarían al simple imperio de vuestra voluntad. 

Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable. 

Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización! 

Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes. Somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. ¡Somos capaces de sacrificar nuestras vidas para salvar la paz y la libertad de Colombia!

Impedid, señor, la violencia. Queremos la defensa de la vida humana, que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio del progreso de Colombia.

Señor Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como queráis que os traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos y a vuestros bienes! 

Os decimos finalmente, Excelentísimo señor: Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio. ¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia! ”.[20]

En marzo 30 de 1948 se instaló en Bogotá la IX Conferencia Panamericana, que tenía por fin declarar al comunismo, “bajo la presión de Estados Unidos, como una amenaza para el continente americano”[21] y, proyectaba crear un sistema de unión entre los países del continente. Así, con la asistencia de delegados desde Canadá hasta Argentina, coincidieron diplomáticos y asistentes no oficiales: “desde Marshall y Rómulo Betancourt hasta Fidel Castro, Joaquín Balaguer y Luis Cardoza y Aragón”.[22] En ella, para evitar que “los Andes” se convirtieran en lo que sería la “Sierra Maestra” de Suramérica, se aprobó el pacto anticomunista de América y se firmó en la casa del doctor Eduardo Zuleta Ángel[23], la Carta de Bogotá, mediante la cual se sustituyó el nombre de Unión Panamericana por el de Organización de los Estados Americanos OEA.

Estando reunida la Conferencia, lo que más se buscaba era fortalecer el panamericanismo y el empeño de unidad que había propugnado Bolívar desde el Congreso Anfictiónico de Panamá.

“En la noche del 8 al 9 de abril de 1948, a eso de las 2:05 de la mañana, el Juez Pérez Sotomayor profirió el fallo que absolvió al Teniente Cortés, por la muerte del periodista Eduardo Galarza. El abogado doctor Jorge Eliécer Gaitán, había invocado en defensa de su cliente “el honor militar”. El connotado penalista recibió una gran ovación; algunos de sus amigos lo invitaron al Cabaret Moroco, lugar de moda, a celebrar el triunfo, casi todos bebieron whisky, más no el doctor Gaitán, quien era abstemio. Una hora más tarde se retiró solo, conduciendo su automóvil. Hay diferentes versiones sobre el lugar hacia el cual se dirigió el doctor Gaitán”.[24]

El viernes 9 de abril de 1948, a la una de la tarde, cuando salía del edificio <Agustín Nieto>, rumbo al Hotel Continental a almorzar[25], en compañía del abogado Plinio Mendoza Neira[26], quien, al decir de Mariano Ospina Hernández, era un “hombre en extremo parcializado y violento. Había liberalizado a Boyacá en el gobierno de Olaya Herrera y tratado de liberalizar al Ejército en el gobierno de López Pumarejo”.[27]

A pasar frente al café “El Gato Negro”, fue asesinado de tres disparos el jefe liberal Jorge Eliécer Gaitán, dueño de una “vida apasionada y febril”[28], quien con su “cara mestiza llena de sudor, el pelo abundante disciplinado con gomina, el acento áspero, a veces sarcástico, de la clase popular bogotana” [29], apodado por muchos como <El Negro>, por otros como <el Lobo> y otros más antipáticos lo denominaban <El Badulaque>[30], lo cual no era óbice para decir que era también “un civilista que se negó a tomarse el poder por vías no democráticas, y no tardó en surgir la bala tiránica que acabó con su vida, produciendo la más grande frustración de la Colombia republicana”.[31]

Varias personas habían tenido premoniciones sobre su muerte, incluso, Cecilia de González, secretaria del doctor Gaitán, cuando éste salía de su oficina a medio día del fatídico 9, le dijo: “cuídese doctor Gaitán” y él le contestó: “Déjese de pendejadas”. Tres disparos cambiaron la historia de Colombia.[32] El reloj de Gaitán se detuvo a la una y cinco. Se lo llevaron a la Clínica Central, a unas cuantas cuadras de allí, aún con vida pero con pronóstico reservado. “Un grupo de hombres empapaban sus pañuelos en el charco de sangre caliente para guardarlos como reliquias históricas… Las cuadrillas de limpiabotas armados con sus cajas de madera trataban de derribar a golpes las cortinas metálicas de la farmacia Nueva Granada, donde los escasos policías de guardia habían encerrado al agresor para protegerlo de las turbas enardecidas…”.[33]

No encontrándose en la casa presidencial, Ospina subía en vehículo oficial por la calle octava rumbo a la carrera 7, cuando un taxi de color rojo quiso emboscarlo, lo cual precipitó la salida de palacio de un pelotón de soldados para contrarrestar la acción que pretendía ese hombre desconocido que frenó violentamente sin que pudiera chocar con el carro del Presidente. En ese instante, el general Rafael Sánchez Amaya, Director del Ejército, acompañado por el mayor Iván Berrío se acercaron a la ventanilla del vehículo e informaron al Primer Mandatario acerca de lo ocurrido, a lo cual respondió: “Hay que proceder enérgicamente, pero los soldados de Palacio sólo deben disparar cuando se les haga fuego por parte de los atacantes”.[34]

La noticia de la muerte de Gaitán partió en dos la historia de Colombia y produjo un desbordamiento de la muchedumbre en la capital y en todo el país, pero Ospina Pérez, resistió heroicamente en el palacio de La Carrera[35] (hoy Casa de Nariño), donde no quiso cambiar de posición su escritorio, no obstante las vidrieras que lo ponían a boca de tiro de los maleantes.

Las personas que en primer lugar llegaron a Palacio y lograron ingresar una vez conocida la noticia, fueron: “los señores Ministros del Despacho, doctores Eduardo Zuleta Ángel, Evaristo Sourdis, Fabio Lozano y Lozano, José María Bernal, José Vicente Dávila Tello y Joaquín Estrada Monsalve; los señores Secretarios Rafael Azula Barrera y Camilo Guzmán Cabal; los doctores Camilo de Brigard Silva, Luis Javier Mariño y Guillermo Garavito Durán; las señoritas secretarias Cecilia Piñeros Corpas y Belén Arbeláez López; las señoritas Lalita Guzmán y Ángela Hernández, esta última hermana de doña Bertha; el Bibliotecario señor José Francisco Roa y los servidores habituales de Palacio. Esto con respecto a los civiles, y en cuanto a los militares, el General Miguel Sanjuán, secretario del Ministro de Guerra; el Coronel Carlos A. León, Comandante del Batallón Guardia Presidencial; el Mayor Iván Berrío, Jefe de la Casa Militar; los edecanes Capitán Germán Uribe y Teniente Jaime Carvajal y los oficiales Mayor Alfonso Meneses, Capitán Alejandro Londoño y Teniente Alejandro Ruiz Holguín; Héctor Orejuela y Silvio Carvajal. El General Sánchez Amaya, estuvo durante las primeras horas, pero después hubo de atender los importantes deberes a su cargo, en distintos sitios de la ciudad”.[36]

Allí, en palacio, don Luis Cano instó al Presidente para abandonar la sede del gobierno debido al peligro que corría, Ospina pronunció la histórica frase «Para la democracia colombiana vale más un presidente muerto que un presidente fugitivo».

Negándose Ospina a aceptar la idea de Laureano Gómez de constituir una Junta Militar. Esa frase, es parecida a la de Cicerón “Mejor morir haciendo frente a los enemigos que dejarse matar”, Ut cum dignitate potius cadamus quam cum ignominia serviamus. Incluso el mismo Ospina, en 1973 señalaba: “si yo hubiera abandonado el palacio con cualquier pretexto, y en cualesquiera circunstancia, la desmoralización y el desaliento habrían cundido entre sus bravos defensores, cuyo mayor estímulo en la lucha consistía en mi presencia y la de mi señora en el Palacio de Nariño y en nuestra firme resolución de resistir hasta el fin, corriendo toda clase de riesgos”.[37]

Y más adelante agrega el Presidente Ospina:

“Se impartieron, pues, las órdenes para defender el edificio palmo a palmo. Todos, inclusive mi esposa y mi cuñada y las valientes señoritas de la secretaría, se alistaron para hacer uso de las distintas armas disponibles y yo manifesté que ocuparía el escritorio presidencial porque deseaba, si el instante supremo había de llegar, morir en el sitio habitual de mis actividades presidenciales”.[38]

Volviendo a las calles bogotanas, Roa Sierra, el supuesto agresor material, suplicó casi sin voz que no lo dejaran matar; “tenía el cabello revuelto, una barba de dos días y una lividez de muerto con los ojos sobresaltados por el terror. Llevaba un vestido de paño marrón muy usado con rayas verticales y las solapas rotas por los primeros tirones de las turbas. Fue una aparición instantánea y eterna, porque los limpiabotas se lo arrebataron a los guardias a golpes de cajón y lo remataron a patadas… el cadáver desfigurado a golpes iba dejando jirones de ropa y de cuerpo en el empedrado de la calle… Al cuerpo macerado sólo le quedaban el calzoncillo y un zapato… la turba siguió de largo hasta el Palacio Presidencial, también desguarnecido. Allí dejaron lo que quedaba del cadáver sin más ropas que las piltrafas del calzoncillo, el zapato izquierdo y dos corbatas inexplicables anudadas en la garganta”[39], por las cuales fue arrastrado por las calles.

Creo que Roa Sierra, desempleado con cuarto de primaria, hijo de Encarnación Sierra, el número trece de los catorce hijos de esta mujer, fue puesto en la escena del crimen por algunos centavos; llevaba ochenta y dos de ellos en su pantalón. No considero del todo creíble la versión de García Márquez sobre el perfil del criminal de acuerdo con las versiones de la madre del presunto criminal: “Ella declaró que desde hacía unos ocho meses se habían notado cambios raros en el comportamiento de Juan. Hablaba solo y reía sin causas, y en algún momento confesó a la familia que creía ser la reencarnación del general Francisco de Paula Santander, héroe de nuestra independencia, pero pensaron que sería un mal chiste de borracho”.[40]

Aunque se dice que el autor material del magnicidio fue Juan Roa Sierra, hubo por lo menos dos atacantes; precisamente, un policía de apellido Potes fue quien organizó el crimen que cambió la historia de Colombia[41], tal vez ese era el hombre del vestido gris, que García Márquez nunca pudo reconocer. Se cree incluso que hasta la CIA y el FBI tuvieron una participación importante en los sucesos de ese día.[42] Sin embargo, la tercera versión la escuché el 23 de diciembre de 2016 de la voz autorizada de Miguel Santamaría Dávila, quien visitó en su exilio en Miami a Rafael del Pino, asegurando que él, Enrique Ovares y Fidel Castro, habían sido los tres autores materiales del crimen, disparando al tiempo revólveres calibre 38. Santamaría Dávila confrontó esas versiones siendo Embajador de Colombia en Rusia, cuando por un par de días develaron los archivos secretos de la KGB; su teoría es que Stalin quería atravesarse a que se impusiera en Colombia el Plan Marshall. El general Marshall no tuvo duda alguna de que el bogotazo había sido una obra de Moscú.[43]

Alfonso López Michelsen, “para quien toda la historia eran líos de faldas, hasta la guerra con el Perú”[44] y, un poco ligero en sus apreciaciones y, no sé si con el fin de desviar la responsabilidad de los verdaderos culpables, frente a la acción material y directa de Juan Roa Sierra, decía:

“… mi versión es que Roa Sierra, el asesino material de Gaitán, era un pobre diablo desquiciado. Tenía un gran complejo de inferioridad, pero se conquistó a la mujer de un cartero, lo cual le subió considerablemente el ego, aunque con tan mala suerte que surgió un tercero en disputa y la mujer se fue con él. Roa Sierra le hizo una escena típica de celos en la cual ella, como toda mujer que despide a su amante, lo mandó a freír espárragos, ante lo cual el pobre diablo contestó:

-Aunque me crea un pendejo, usted se acordará de mí toda la vida.

(…)

Yo presumo que la intención original de Roa Sierra fue suicidarse para poder aparecer en El Tiempo, pero quien sabe en qué momento el magnicidio le pareció más importante y se suicidó matando a Gaitán.

(…)

Fue entonces cuando empleé la frase de que había sido una cuestión de faldas y eso sacó de casillas a la familia de Gaitán, que insiste en que fue un crimen ordenado por Ospina Pérez a través de un coronel llamado Virgilio Barco, tocayo de nuestro Virgilio, que era el Director de la policía. La familia sostiene que Virgilio Barco estaba sentado en un café viendo que se ejecutaran sus órdenes, y que luego el gobierno tapó todo. Yo no creo, ni hay ninguna prueba de que Ospina fue el autor intelectual de la muerte de Gaitán. Más aún: lo que yo creo es que no hubo autor intelectual”.[45]

El anterior párrafo, extractado de López Michelsen, es tachado de falso por Mariano Ospina Hernández, pues el coronel Barco “llegó después del asesinato y quedó de enviar más policías, pero lo cogieron en la Dirección y de allí nunca pudo volver a salir”.[46]

El gran contradictor de la derecha conservadora y liberal era Jorge Eliécer Gaitán, ya se había pronunciado en la gran marcha del Silencio del sábado 7 de febrero de 1948, “su asesinato es un acto político, pues su movimiento, definido de corte populista, llama al pueblo a movilizarse por sus reivindicaciones y a confrontar a las clases dominantes. Sus cuestionamientos giran en torno a los problemas de la democracia y el nacionalismo, de ninguna manera pretenden realizar transformaciones drásticas en el sistema de propiedad, tampoco constituyeron una opción socialista”.[47]

Pero como opositor de la derecha, “su lenguaje revanchista, sus feroces ataques contra la oligarquía… (Hicieron que con él) no se registre fenómeno comparable en la historia de la demagogia popular colombiana”. [48]

La muerte de Gaitán hizo que muchos aprovecharan el desorden liberando a los presos de las cárceles La modelo y La Picota y saqueando los principales almacenes de la ciudad; “gentes beodas y desfiguradas por la emoción y por el alcohol, mujeres llorosas y ladronzuelos descarados, agentes de policía desertores y tímidos, que por temor al linchamiento se han despojado a medias del uniforme, artesanos con picas, hachas, azadones, peinillas. Abrigos mink, mantas de colores, piezas de telas, botellas, libros arrojados a la calle, sombras y luces, como en una pesadilla impresionista”,[49]como lo señalaba Abelardo Forero Benavides. Pero también “se produjo el fenómeno del 2resaqueo”, es decir, el delito cometido por funcionarios públicos que iban en busca de lo saqueado y se quedaban con lo obtenido”.[50]

En lo político, por ejemplo, desde <El Tiempo>, el escritor Jorge Zalamea quiso reunir a los más notables liberales de izquierda para constituir la Junta Revolucionaria de Gobierno que habría de sustituir a Ospina Pérez. En otros lugares del país, esas Juntas Revolucionarias crearon milicias populares, “reemplazaron transitoriamente a la autoridad central estatal y a la municipal; depusieron alcaldes y comandantes de Policía, rectores de colegios, directores de prisión y nombraron sus reemplazos”[51], principalmente en: Medellín, Antioquia; Barrancabermeja, El Socorro y Puerto Wilches en Santander; Ibagué, Líbano, Honda, Santa Isabel, Chaparral, Armero, Natagaima, Villarrica y San José de las Hermosas en Tolima; Armenia, Pereira, Palestina y Chinchiná en la región del Viejo Caldas; Riofrío, Caicedonia, Buga y Zarzal en el Valle del Cauca; puerto López y Villavicencio en el Meta; y, Yacopí, Fusagasugá, Anolaima y Cachipay en Cundinamarca.

Jorge Eliécer Gaitán, nacido en Manta[52], Cundinamarca, el 23 de enero de 1898, cuando su madre ejercía allí la docencia, era “moreno, el mentón voluntarioso, la boca grande, el cabello espeso y negro, el rostro mestizo, de rasgos enérgicos, que a la luz de los reflectores adquiría una dureza metálica. Tampoco pude olvidar aquella voz suya, a veces lenta, maliciosa o sarcástica, golpeando las palabras con un acento que era el mismo de la llamada <chusma bogotana>”. Y agrega Plinio Apuleyo Mendoza, que a Gaitán se le podía describir como: “aquel líder moreno y colérico, hijo de un pequeño comerciante que vendía libros de segunda mano y una maestra de escuela[53], es decir Eliécer Gaitán Otálora, dueño hasta haberse quebrado, de dos almacenes de miscelánea frente a la plaza de mercado del barrio Egipto y Manuela Ayala Beltrán, quien previamente había estado casada con Domingo Forero. “Del primer matrimonio tuvo un hijo, también Domingo, quien se fue para Panamá y, con el tiempo, desapareció”[54]; don Eliécer y doña Manuela tenían también otros hijos Manuel José, Ana Leonor, Rosa María, Miguel Ángel, José Antonio y Rafael María.

García Márquez lo consideraba el héroe de su infancia, pues alguna vez lo vió en Zipaquirá pronunciando un discurso y escribió: “…me impresionó su cráneo con forma de melón, el cabello liso y duro y el pellejo de indio puro, y su voz de trueno con el acento de los gamines de Bogotá, tal vez exagerado por cálculo político”[55]; Gaitán “pertenecía a tal estirpe… como si la tierra y la atmósfera de su gente le transmitiera un mensaje poderoso e inalterable”, [56] agregando García Márquez, que el dirigente político tenía: “voz metálica y deliberado énfasis arrabalero”[57], que caracterizaba su retórica: “esta tradición de retórica bien puede contrinuir a la continua propensión colombiana a la violencia política: sataniza al enemigo, polariza las fuerzas y puede ser utilizada por cualqyuiera de los dos lados de la división partidista o los tres, si se incluye, como debería hacerse, la izquierda marxista en todas sus formas. El liberal Jorge Eliécer Gaitán fue uno de sus más ilustres practicantes, pero no el único: el conservador Laureano Gómez también distinguía una oligarquía liberal”.[58] Y agrega más adelante: “Con Gaitán la temperatura política llegó a niveles muy altos. Él y Gómez fueron oradores y demagogos formidables, que ahora podían llegar a sus seguidores directamente a través de la radio, sin intermediación de los políticos locales. Gaitán desde sus primeros pasos en la política había tenido un excepcional atractivo para los sectores populares de ambos partidos, pero las circunstancias de la coyuntura y las realidades básicas de las lealtades políticas colombianas determinaron su decisión de culminar su carrera como jefe liberal”.[59]

La descripción de Gaitán se complementa por lo dicho por Arias Trujillo, al advertir sobre el caudillo, que “su violencia retórica contra las clases privilegiadas contrasta con algunos hechos de su vida privada. En varios aspectos, Gaitán intentó imitar a la oligarquía, quizá incluso quiso hacer parte de ella. Sus elegantes y finos trajes, su matrimonio con una mujer blanca de la “alta sociedad” antioqueña, el costoso barrio en el que residía, sus reiterados esfuerzos por ser aceptado en los clubes sociales más prestigiosos de Bogotá, dejan al descubierto una faceta que no encaja del todo con sus furiosas diatribas contra la oligarquía”.[60]

Previamente había sido novio por largo tiempo de Leticia Velásquez Restrepo, hija del novelista Samuel Velásquez. Ella narra parte de su noviazgo con Gaitán, así: “…Se fue para Europa y me escribió, religiosamente, cada semana. Regresó confiado en que la sociedad y los políticos le abrirían las puertas. No fue así. Tuvo que librar su batalla contra opiniones y prejuicios siempre adversos a él. Me contaba todo. Se reflejaba en él una niñez amarga. Nuestros amores, para él, fueron un refugio. Pero a Jorge Eliécer le pasaba lo que a los aprendices de patinadores: se agarran de todo cuando se van a caer. Cuando aprendió a patinar, hablábamos por teléfono, nos veíamos donde las amigas o tomábamos el té en el Ritz o en el Regina. Estábamos distanciados por la situación en casa. No caía bien. Me fui para Europa. Cuando volví, las cosas se arreglaron. Sin embargo, a Jorge no le importaba sino la gloria”.[61]

El líder liberal, miembro de número de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, había cursado estudios de derecho en la Universidad Nacional y gracias a la sociedad que fundó con su medio hermano Manuel José, que era médico, con quien tenía en San Victorino la droguería <<Venecia>>, logró financiar el doctorado en derecho penal en Italia, bajo la dirección de Enrico Ferri, “una de las figuras más importantes de la escuela italiana sociojurídica, quien no sólo influyó su práctica como abogado penal, sino su pensamiento y actividad política”.[62] En Italia, Gaitán “se sintió seducido, por el espectáculo que ofrecía el fascismo, por su teatralidad, por el manejo de las masas, por las grandes manifestaciones, por la elocuencia de la que hacían gala Mussolini y compañía”.[63]

 

De estas diversas apreciaciones recogidas, así como del testimonio escrito por el propio Ospina Pérez en 1973 a través de la prensa escrita, quedan muchas preguntas e incógnitas, como las que sobre los misterios del “colombianazo”, como por ejemplo, que el diario comunista de Barquisimeto, Venezuela, titulado El Popular; el mismo 9 de abril, publicó un aviso, siete horas antes del asesinato de Gaitán, que decía así: “Adelanto a la edición de mañana 10 de El Popular: Asesinado Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, Colombia. El hecho se produjo a la salida de la sesión plenaria de la Conferencia Panamericana. Reacción violenta se registró a lo largo de Colombia. Rómulo Betancourt en las calles con los estudiantes de la Revolución Colombiana”[64]. Incluso se cuenta que Rómulo Betancur, a quien se le atribuye alguna culpa en la organización de la revuelta, dijo al ingresar al Hotel Granada: “Este pueblo de borrachos, por embriagarse hizo fracasar la revolución”. [65]

 

La muerte de Gaitán ya estaba maquinada, incluso en emisoras de Barranquilla, Barrancabermeja y Ubaté ya se había anunciado a las doce del día, una hora antes del atentado, el fallecimiento del político liberal.

 

Otras de esas incógnitas sobre el crimen, las formuló el general Álvaro Valencia Tovar:

 

“¿Por qué Roa Sierra fue ultimado salvajemente, en vez de entregado a la autoridad policial, que no tardó en aparecer en la escena del crimen?

 

¿Por qué la radio de Barquisimeto, en Venezuela, lanzó al viento la noticia del asesinato algo así como media hora antes de que ocurriera?

 

¿Por qué camiones con bidones de gasolina aparecieron poco después del desencadenamiento de ira y dolor que siguió a la noticia de la muerte del caudillo, ocurrida en una clínica cercana hacia las tres de la tarde? Sin ese combustible, la ciudad colonial de gruesos muros de adobe y mampostería no se habría convertido en cenizas y escombros humeantes.

 

¿Por qué desde el primer momento se quiso inculpar al presidente Ospina Pérez, arrastrando el cadáver en harapos del asesino hasta la entrada del Palacio de Nariño? ¿Se quiso presentar así el magnicidio como un crimen de Estado?

 

(…)

 

La emisora Nueva Granada a través del Noticiero <<Últimas Noticias>>, dirigido por Rómulo Guzmán, se convirtió desde el momento en que voló la noticia del atentado en un insensato instigador a la venganza revolucionaria. Consignas bárbaras como las de arrebatar de las ferreterías cuantos instrumentos pudieran utilizarse como armas iniciaron el pillaje que desbordó el objetivo primario, para convertirse en saqueo embravecido del comercio, en tal forma que se desvió el propósito revolucionario, rompiendo sus cauces iniciales en una generalización descontrolada de robos y violencia”.[66]

 

Todas esas razones anunciaban la proximidad de la desgracia, una guerra imparable durante muchas décadas.

 

Por esa razón, incluyo aquí la carta que mi abuelo materno le remitió a mi abuela a Medellín, narrando muchos aspectos relacionados con los acontecimientos de esa fecha, que coinciden con la narración que en 1973 publicó en los diarios nacionales el propio presidente Ospina Pérez.

 

CARTA INÉDITA DEL DOCTOR JULIO CÉSAR GARCÍA VALENCIA A SU ESPOSA ROSA VÁSQUEZ DE GARCÍA, NARRÁNDOLE LOS ACONTECIMIENTOS DEL 9 DE ABRIL DE 1948:


Bogotá, 14 de abril de 1948.

Señora
Rosa Vásquez de García
Medellín.

Queridísima mía:

En el borde de todos los horrores, ante los cuales la muerte misma parece menos grave, hemos vivido estos cinco días desde el viernes 9 a las dos de la tarde.

A la 1 p.m. habíamos estado en la esquina de la carrera séptima con la calle catorce, a pocos metros de donde minutos después iba a consumarse el asesinato del doctor Jorge Eliécer Gaitán, que desencadenaría las furias del infierno sobre Bogotá y pondría al país al borde de la disolución. Nada indicaba la proximidad de la tragedia.

Después de almorzar tranquilamente me recosté en mi cuarto y a eso de las dos menos diez minutos oí gritos en la calle; me asomé a la ventana y vi gentes vociferantes contra el doctor Ospina Pérez, el gobierno y el conservatismo y oí que en la carrera séptima rompían ventanas a pedradas. Al salir del claustro del colegio me informó un profesor llegado de la calle que la causa de la furia era la muerte del doctor Gaitán y supe que por la carrera séptima hasta el palacio presidencial acababa de ser arrastrado el cadáver del asesino. En ese momento llegó el Vicerrector y en medio del estupor de todos empezamos a serenar a los estudiantes, hicimos entrar a los que estaban en la calle y cerramos las puertas.

Nos tocó presenciar el primer asalto de las hordas vandálicas al Capitolio y la destrucción de uno de los salones del primer piso, cuyos despojos quedaron regados a lo largo de la cuadra entre las calles 9 y 10. Poco después alcanzamos a ver que ardían los tranvías en la plaza de Bolívar y que en ella reinaba confusión espantosa. Los alumnos externos querían salir pero logramos contenerlos y permitir la salida sólo de aquellos cuyos padres los reclamaban. En total quedaron cerca de 500 y algunas personas a quienes sorprendió aquí el desastre. Mientras tanto empezaba a llegar el Batallón Guardia Presidencial y a disponerse para impedir el avance de las turbas enfurecidas hacia Palacio.

En una de las bajadas a la portería de la séptima, encontré la carta de Hernán, en que me daba cuenta de que estaban para desocupar la casa y esto aumentó mi confusión, con la preocupación de que en Medellín podrían ocurrir hechos semejantes. Precisamente a las 12m, había puesto al correo aéreo una carta en que te explicaba por qué sería forzoso demorar un poco tu viaje y pensé que esa carta iba a llegar a la antigua dirección cuando tú ya estarías en tu casa y que por lo mismo no recibirías desafortunadamente esa carta, en la que te exponía razones para suspender el viaje, ciertamente valederas, pero insignificantes si se las comparan con los acontecimientos que se han venido desarrollando.

Pensando en ti y en todos los míos estaba cuando me llamaron urgentemente. Era el Padre Félix Restrepo S.J. y otros jesuitas de la Javeriana que habían entrado por el interior del Colegio a pedir nuestra ayuda para su defensa, ante el inminente peligro de que les incendiaran la iglesia de San Ignacio y la Universidad. Ya habían quemado otras iglesias y conventos y estaban forzándoles las puertas; en la esquina de la séptima y la calle 10 cayeron dos sujetos que iban seguramente con el intento incendiario. De acuerdo con Cortés, dimos a los padres todas las seguridades posibles; precisamente estuvieron alojados por varias horas en el apartamento que se nos tiene asignado.

Me di cuenta de cuando rompió fuego la tropa contra los asaltantes, pero no quise ver como caían víctimas de su furor más de veinte que al día siguiente presencié cadáveres al frente del colegio nada más.

Estaba atendiendo a la organización interna y a contrarrestar los efectos de las noticias que me iban comunicando, transmitidas por radiodifusoras embusteras y no menos furibundas que la enloquecida canalla comunista. Ni un momento me equivoqué en la apreciación del origen e inspiración de los planes demoníacos que se estaban desarrollando y del abismo en que nos encontrábamos, pero confié en Dios, en el buen sentido de nuestros dirigentes y del pueblo colombiano y en la lealtad de nuestro ejército, que es admirable.

Desde que supe que la Radiodifusora Nacional había sido recuperada por el Gobierno hice anunciar por teléfono que estábamos bien los quinientos entre profesores, empleados y alumnos aquí recogidos, no obstante hallarnos bajo los fuegos encontrados y alumbrados por las llamaradas de los incendios de la Plaza de Bolívar y del Palacio de San Carlos, que nos correspondió ver despojar por forajidos de sus muebles, vajillas, etc., y arder luego hasta que se desplomó el último piso y a la media noche se alejó el peligro de que el fuego invadiera la Casa Colonial o el Colegio de La Presentación y se comunicara a nuestro Colegio. Tuvimos listos extinguidores y mangueras para defendernos del incendio en cuanto fuera posible, pero gracias a Dios no se presentó esa nueva desgracia.

Logramos dar de comer a toda la gente y acostarla a dormir por unas horas, acomodándolos en colchones tendidos en el suelo. Yo pasé el mío al pasadizo entre el corredor y la pieza, pues tú recordarás que ésta no tiene a la calle muro protector, sino anchas ventanas, y los tiroteos continuaban. Allí he seguido durmiendo todas estas noches últimamente acompañado por el profesor Valderrama, quien pasó aquí su catre. Cortés se quedó aquí hasta el lunes, no obstante que Angelita estaba sola, con un primo que vive con ellos, y que sólo consiguió chocolate para alimentarse en los tres días.

El sábado muy temprano pude despachar a sus casas la mitad del personal que se había quedado en el Colegio; así disminuí la responsabilidad y se redujo también el gasto de provisiones, que racionadas desde el primer día nos han alcanzado sin embargo hasta ahora, pues no nos han faltado sopa, arroz, papas, chocolate, café, panela; para el desayuno hemos tenido pan, a veces huevo y naranja. Realmente hemos estado a cuerpo de rey, en comparación con infinidad de personas pudientes que han carecido de lo indispensable y familias que se han visto limitadas a tomar solamente agua de panela.

JUEVES 15. Esta carta he decidido terminarla esta mañana para buscar manera de enviártela, pero desde que me levanté supe que el Gobierno había decretado la suspensión de tareas en los colegios de Bogotá hasta el 15 de mayo y empecé a organizar la salida de los 70 internos que nos quedaban. Poco después se me presentó el general Mora Angueira a pedirme alojamiento para las tropas que están llegando de distintos lugares del país; estábamos en la perspectiva de la ocupación del Colegio por un Ministerio de los incendiados, lo que habría implicado la clausura definitiva por tres o cuatro años y entonces me apresuré a ofrecerles todas las facilidades para el ejército, pues la ocupación de éste sería temporal y así se salva por el momento la vida de San Bartolomé.

Naturalmente el ajetreo de este día ha sido inmenso; suministramos al Estado Mayor mis oficinas para su despacho y dándoles todo lo que el Colegio puede dar, menos los alojamientos de los profesores y algunas oficinas indispensables. Cortés y Angelita pasaron aquí el día y tomaron sopa, que no habían probado hace seis días.

Continúo ahora sí informándote de las siguientes jornadas. El sábado 10 se fue la luz por haberse quemado un transformador a causa de los incendios, así quedamos sin radio y desde el domingo sin agua, pues ya sabes que el tanque de distribución sube por una bomba eléctrica. Nuestra única comunicación con el mundo exterior era un mal teléfono situado en lugar peligroso hasta que el domingo se trasladó a otro más seguro y fue nuestra providencia informativa, fuera de lo que lograban saber los padres de la Javeriana y nos comunicaban en varias de las entrevistas que con ellos tuve.

El domingo amanecí con un terrible dolor de cabeza, tal vez de origen hepático y no pude levantarme hasta las horas de la tarde. El practicante Castrillón de último año de medicina me dio un laxante que no me produjo efecto, pero el hecho fue que en la tarde pude seguir atendiendo los problemas que se presentaban. En este día nadie pudo salir del Colegio. Por el interior pasaron Profesores y estudiantes a misa en la capilla de San José de los Jesuitas. En las azoteas del colegio, en la cúpula y en la torre de San Ignacio se oían constantes detonaciones de un rifle o carabina, pistola o explosivo destinado a formar pánico, y contra ese mal vecino que se oyó hasta anoche, se cruzaban los fuegos del Palacio Presidencial, del Capitolio, del Observatorio Astronómico, de una ametralladora situada en la Pensión Duque y de soldados que en cada momento entraban al colegio por la calle 9 (las otras entradas quedaron clausuradas desde el 9). Bien se llegó a pensar bombardear la torre de San Ignacio para tumbar a esos francotiradores parapetados en distintos lugares de la ciudad, principalmente iglesias, y que fueron la desesperación del ejército. Antenoche practicó requisas la tropa en todo el personal del Colegio y a las cinco y media de la mañana de ayer me despertaron para exigirme una vigilancia estricta y el control absoluto de todas las personas que entraban al Colegio y salían de él. Al fin dicen hoy que puede tratarse de un aparato que dispara explosivos a larga distancia y los hace estallar en sitios adecuados para infundir pánico y hacer creer que se trata de pistoleros apostados en lugares estratégicos, pues suenan principalmente en iglesias y casas de piedad.

Quizás lo más terrible de este día fue el incendio del Colegio de La Salle en donde perecieron dos estudiantes y estuvieron a punto de ser sacrificados todos los Hermanos y sus alumnos.

El lunes 12 salieron otros alumnos y profesores, que al llegar a sus casas nos iban transmitiendo noticias más tranquilizadoras sobre la organización del gobierno, de lo que había ocurrido y continuaba ocurriendo en distintos lugares de Bogotá.

A las cinco de la tarde tuvimos luz, por consiguiente agua y radio. Cada persona que ocupaba el teléfono tenía que llamar primero a la Radiodifusora Nacional para dar información sobre nosotros, pero sólo el martes logramos una comunicación, pues las llamadas eran infinitas. En una ambulancia pudieron salir por la tarde Cortés y dos señoritas empleadas que hasta entonces no habían logrado hacerlo, de las cuales una estaba ya enferma, seguramente por la impresión. Por la Radiodifusora Nacional supe que Jorge Vélez estaba trabajando de nuevo en ella, pero sólo ayer tarde, después de innumerables llamadas, pude hablar con él y enterarme de que recibió un machetazo en la cabeza al tratar de defender a unas monjitas, estuvo en la clínica, y el lunes pudo reanudar parte de su labor, afortunadamente ya fuera de peligro, aunque vendado y sometido todavía a curaciones.

El martes 13 pasé hasta la Pensión Duque a dar algunos informes al Teniente de la escolta, allí les habían escaseado las provisiones en tal forma que algunos pasajeros llegaron a participar en el precario rancho de los soldados; las Duques me dieron café y con ellas estaba cuando se rompieron nuevamente los fuegos sobre el Colegio, por causa del “Buen Vecino” que nos mortificó durante todos estos días. Pasé en la primera calma, cuando los estudiantes estaban comiendo, antes de las seis, pues a las siete deben estar acostados cuando suena el toque de queda. Jaime estaba confundido con mi ausencia; no se ha perdido detalle de nada aparentemente tranquilo. Guillermo siempre callado, tratando de oír radio o prestando sus servicios en el teléfono; solo me preguntaba si he sabido algo de Medellín y de la casa.

La llegada de oficiales y tropa a practicar requisa nos hizo demorar la acostada de esa noche hasta cerca de las doce. El Teniente Caviedes comió aquí y nos dio toda clase de detalles sobre el desarrollo de los acontecimientos por los cuales confirmo la impresión de que sin el ejército Bogotá habría sido borrada del mapa y toda la República habría sucumbido.

El miércoles 14 fue de una gran actividad, por el control minucioso que tuve que llevar de cuantas personas entraban o salían; mi único descanso era ver pasar por la puerta de la novena filas interminables de señores, señoras y señoritas distinguidas, muy pocas sirvientas, que subían del mercado llevando algo de comer, pues suponía que para muchas casas ese sería el primer alimento después de varios días. Para el Colegio se consiguió pan, frutas y algunas verduras.

A cuantas personas salían desde el martes para ir por la carrera octava les daba un mensaje para ti, pero el telégrafo estaba interrumpido, pues incendiaron el Edificio de Comunicaciones, la Marconi no alcanzaba a transmitir sino radios oficiales y la All American sólo recibía cables para el exterior. Hoy hubo servicio por algunas horas, pero en colas interminables que no dejaron alcanzar turno a los que fueron del Colegio. Mañana va a madrugar a coger cola un señor de la Pensión Duque y con él enviará la señorita Lucía un radio que le di dirigido a tu casa, pues no sé a ciencia cierta en dónde puedas estar.

Anoche empecé esta carta, quedándome por primera vez un buen rato en la pieza, aunque sigo durmiendo en el pasadizo. Ya te dije antes por qué no pude terminarla hoy con tiempo de enviarla con un joven que sale mañana a las 7 a.m.

Hoy nos visitaron los altos empleados del Ministerio y se sorprendieron de la manera feliz como habíamos salido de este duro trance, pues hasta ahora no sabemos que haya muerto ningún estudiante y de todos los que quedaron bajo nuestro control desde el viernes hemos dado buena cuenta, gracias a las medidas tomadas y al celo con que hemos velado por todos ellos, sin omitir esfuerzo alguno. San Bartolomé es quizás el Colegio que menos ha sufrido, no obstante estar en el sitio de mayor peligro. Por todas partes se ven los impactos de las balas que atravesaron puertas y ventanas y que desmoronaron muros; hasta un armario fue perforado y en él los sacos de un profesor; nuestro presunto apartamento también presenta las huellas de las balas.

Aquí dentro el suceso más doloroso que hemos registrado fue el del profesor Hernando Navarrete, que desde el balcón de la Secretaría alcanzó a reconocer el sábado el cadáver de su padre cerca de la puerta del Colegio. No obstante no pudo salir a recogerlo y sólo el lunes pudo ir a su casa; parece que de allí fue con la demás familia al cementerio y lo reconoció entre centenares de cadáveres insepultos, para evitar que fuera a la fosa común.

Porque quiero cumplir con mi deber hasta último momento y ser el último que salga del Colegio, y porque no me seduce contemplar los escombros de una ciudad tan querida, no me he resuelto a salir. Por los periódicos y por lo que me informan todos los que salen me he imaginado el paisaje de esa desolación incomparable. Allá estarán informados también de lo que ha ocurrido, que en pocas horas costó mucho más de lo que al país en pérdidas materiales la guerra de los tres años, quizás cuando aprecie personalmente la magnitud del desastre me anime a escribirles sobre mis impresiones.

Ya te dije que el Colegio es cuartel y estamos viviendo bajo el régimen militar; todavía nos quedan hoy unos cuarenta estudiantes que irán saliendo de aquí al sábado, más o menos la mitad de los profesores y empleados de servicio. Es posible aunque no seguro porque estamos bajo el reinado de la incertidumbre, que las tareas se reanuden el 17 de mayo probablemente sin internado o con un internado reducido, pues hoy mismo empezamos a gestionar el traslado de los alumnos becados a otros colegios del país y no sabemos si el presupuesto del Colegio nos permitirá sostener internos con el costo que se supone alcanzarán ahora las subsistencias.

Todavía no he pensado qué haré con Guillermo y Jaime, ni tampoco cómo voy a resolver nuestros problemas familiares que con ser grandes resultan minúsculos al lado de tanta desgracia. Debemos infinitas gracias a Dios por habernos permitido salir con bien de este mal paso; en manos de su Providencia confiamos nuestra suerte y Él nos ayudará en todo.

Esta carta es para todos los de tu familia, que estarán ansiosos por conocer detalles de lo que ha ocurrido y seguramente habrán estado inquietos por lo que pueda habernos ocurrido, no por lo que nosotros significamos, sino por lo benévolos y generosos que han sido conmigo.

Para todos mi abrazo cariñoso. Para ti y las niñas los besos de tu,

Julio César”.[67]

La investigación del crimen de Gaitán, hizo que se declarara turbado el orden público en toda la República y, el 7 de julio de 1948 llegó a Colombia para hacer las investigaciones una misión contratada a Scotland Yard, a cargo de los detectives P. Beveridge, A. Tansil y N. Smith, quienes expresaron, entre muchas cosas, que “Coincidiendo con la llegada de los Delegados a la IX Conferencia Internacional Americana vinieron a Bogotá tres jóvenes cubanos de conocidas tendencias antiamericanistas: Fidel Castro, Rafael del Pino y Enrique Ovares, Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria Cubana, patrocinados por Juan Domingo Perón, “quien buscaba amargarle la vida a los gringos y vinieron a un supuesto Congreso Estudiantil, del que nunca se supo nada”.[68]

“Cabe la posibilidad de que Fidel Castro, quien venía de Venezuela hubiera viajado por tierra y hubiera entrado ilegalmente a Colombia”[69], pues se dice que vinieron en uno de los cinco camiones que acompañaban al Presidente de la delegación venezolana a la IX Conferencia Panamericana, Rómulo Betancur. Incluso, Betancur fue agasajado en Tunja con un almuerzo por el gobernador de Boyacá, el conservador José María Villarreal y, el venezolano “contrariando todas las normas de protocolo y etiqueta, se levantó de la mesa del comedor varias veces y salió a la calle a vigilar los mencionados camiones”.[70]

Hasta la fecha, no he encontrado en los libros de los historiadores colombianos, que se desmienta un libro del doctor Rafael Azula Barrera, publicado en 1956, en el cual narra los macabros planes del presidente venezolano Rómulo Betancur, en relación con su viaje por tierra hasta Bogotá:

“Investido con el carácter de Presidente de la delegación de su país a la Conferencia Panamericana, Betancourt decidió realizar su viaje por tierra, desde Caracas, deteniéndose en las más importantes poblaciones de tránsito, donde sólo dialogó con sospechosos elementos revolucionarios, empleando varios días en su moroso recorrido hasta la capital de Colombia. Su presencia no era, ciertamente, la del desprevenido visitante de una nación amiga, en diferente gira turística, sino la del táctico, que verifica un previo reconocimiento del campo, o la del general que revista sus huestes, antes de comprometerse en la batalla. Por eso llegó escoltado como un guerrero. Su propio automóvil, de planchas blindadas, venía artillado con ametralladoras Thomson, emplazadas en los cocuyos, y los catorce carros restantes de su comitiva, entre los cuales se contaban algunos vehículos de sanidad militar, ostentaban un aparato bélico, desusado en correrías semejantes. A favor de los “permisos fronterizos” ya habían llegado, previamente al país, centenares de partidarios suyos que se encontraban en Bogotá, como “observadores”, “turistas” o simples “estudiantes”. Otros tantos aterrizarían, utilizando aviones especiales, en vísperas de la Panamericana. Todos ellos, unidos a elementos de otras nacionalidades que habían arribado, adscritos a sus respectivas delegaciones, formaban una heterogénea masa extranjera, que era la base del movimiento insurreccional para frustrar las labores de la Conferencia”.[71]

Vale la pena anotar que el doctor Villarreal tuvo una actuación destacada en el envío rápido a Bogotá de trescientos hombres de la Primera Brigada del Ejército, con sede en Tunja y comandada por el Coronel Carlos Bejarano.

Castro estaba con sus compañeros en el Café Colombia, situado frente a la oficina de Gaitán y llevaba un trabuco al hombro, camuflado con un periódico. Estuvo Castro en la Quinta Estación de Policía arengando a sus integrantes con consignas en contra del gobierno y luego, salió rápidamente al Hotel Claridge con Del Pino, sacaron su equipaje y se ocultaron en los montes centro orientales de Bogotá, hasta ser sacado de incógnito en un avión del presidente de una empresa mexicana, que lo llevó a Cuba.

Finalmente, el 30 de abril de 1948, en la Quinta de Bolívar se firmó la Carta de la Organización de Estados Americanos, como triunfo del movimiento panamericano, con representantes de Honduras, Guatemala, Chile, Estados Unidos, Uruguay, República Dominicana, Bolivia, Cuba, Nicaragua, México, Panamá, Perú, Paraguay, Costa Rica, Ecuador, Brasil, El Salvador, Haití, Venezuela, Argentina y Colombia, representada por una delegación bipartidista, de la cual hacían parte Eduardo Zuleta Ángel, Carlos Lozano y Lozano, Domingo Esguerra, Roberto Urdaneta Arbeláez; Silvio Villegas, Luis López de Mesa, Carlos Arango Vélez, Miguel Jiménez López, Guillermo León Valencia, Augusto Ramírez Moreno, Gonzalo Restrepo Jaramillo, Cipriano Restrepo Jaramillo, Antonio Rocha y Jorge Soto del Corral. Asistió también, en su condición de director general de la Unión Panamericana Alberto Lleras Camargo.

El fenómeno de La Violencia continuó con duros recrudecimientos, que agravaban la situación a lo largo y ancho del país, debido a la polarización extrema de liberales y conservadores de todo tipo, no obstante la búsqueda de la continuidad del gobierno de Unión Nacional. En mayo de 1949, los Ministros y Gobernadores liberales renunciaron a sus cargos; así las cosas, el Presidente reorganizó su gabinete incluyendo a tres militares, el General Régulo Gaitán en la cartera de Gobierno; el General Miguel Sanjuán en Justicia; para Guerra el General Rafael Sánchez Amaya; en Relaciones Exteriores Eduardo Zuleta Ángel; José Elías del Hierro en Minas y Petróleos; para Higiene Jorge Cavelier; en Hacienda Hernán Jaramillo Ocampo; Santiago Trujillo Gómez en Agricultura; Eliseo Arango para Educación; para Obras Públicas Víctor Archila Briceño; para Correos y Telégrafos José Vicente Dávila Tello y, en Comercio e Industria Jorge Leyva. Recordemos que ya desde finales de 1946, en virtud del Estado de Sitio, un total de 202 militares venían colaborando como alcaldes.

Y es que el Ejército, era “el héroe estatal de la coyuntura”, lo cual llevó a Ospina a considerar que “la patria se reconstruye en torno al ejército”, por lo cual “se le premió con la Cruz de Boyacá y se condecoró a las escuelas Militar; Naval y de Aviación; al Batallón Presidencial; así como a las escuelas de Artillería, Infantería, Caballería, Blindada, Ingenieros, Sanidad, Motorizada y de Transmisiones. Se le incrementó el salario y se le nombró en más alcaldías y gobernaciones. También se le encargó realizar consejos verbales de guerra contra los insurrectos, usando la justicia penal militar en primer plano. A lo largo de los dos siguientes años se celebraron 478 de ellos, con más de 2000 procesados y 611 investigaciones”.[72]

Los violentos episodios de ese período continuaron los meses y años siguientes, al punto que el hecho más deplorable que ha ocurrido al interior del Congreso de la República comprometió al congresista y fundador de la Universidad Libre, el doctor Jorge Soto del Corral, pues en la madrugada del 8 de septiembre de 1949 en un debate sobre reforma electoral, el representante liberal y Presidente del Directorio de su Partido en Boyacá Gustavo Jiménez se trenzó en una discusión con su colega Castillo Isaza, quien estaba armado. Castillo disparó contra Jiménez, quien murió, quedando bañada en sangre la tribuna de la Cámara. Como narra Carlos Lleras Restrepo en “Crónica de mi propia vida”: “Jorge Soto del Corral también había recibido un balazo de los muchos que contra las curules liberales dispararon los conservadores. Pude conversar con él. Sangraba la pierna herida, pero no pensé entonces que Soto iba a quedar afectado por una complicación cerebral que, tras meses de sufrimiento, le produjo la muerte. No tuve entonces, y no tengo ahora, duda alguna de que se escogió a Soto del Corral para eliminar a quien con más claro conocimiento jurídico había defendido la constitucionalidad de la ley sobre fecha de las elecciones”. [73]

Jorge Soto del Corral, considerado uno de los colombianos más brillantes del siglo XX por su inteligencia, su carácter recio y su virtuosidad jurídica, fue un eminente hombre público legislador, maestro e insomne guardián del Derecho e hizo parte de la llamada generación de Los Nuevos.

Don Hernando Morales Molina dijo de él, que “no obstante provenir de encumbrada familia y haberse criado en un medio que le ofrecía amplias comodidades, prefirió el estudio permanente, la lucha continua por el imperio del derecho y el servicio a la patria”.[74]

Y agregaba: “Atendía por igual, con inverosímil capacidad, los asuntos profesionales, la intensa vida social y el servicio público; llegaba a tal punto su responsabilidad, que olvidaba los propios intereses cuando el país necesitaba de su concurso. La rigurosa formación intelectual y su exigente conducta social le daban impresión de lejanía. Sin embargo, después de conocerlo se descubrían sus generosos sentimientos y su honda sensibilidad”.

Fue Ministro de Relaciones Exteriores en tres ocasiones: 1935, 1936 y 1937 y Ministro de Hacienda en la primera administración de Alfonso López Pumarejo; gran experto en tributación, como tal, fue el encargado de redactar los estatutos de la Bolsa de Bogotá  haciendo parte del primer consejo directivo de la sociedad, integrándolo con los señores Alberto Serna, Carlos A. Dávila, Gregorio Armenia, Roberto Michelsen, Arthur Shuler y Walter Krische, como principales, y Luis Londoño, José Jaime Salazar, Vicente A. Vargas, Daniel Merizalde, Luis Escobar Arocha, Giovanni Serventu y Benjamín Moreno, como suplentes. En 1935 presentó al Congreso de la República y con el apoyo de Luis F. Latorre U., Representante a la Cámara por Bogotá y del Ministro de Gobierno Darío Echandía, su proyecto de ley sobre “Filiación Natural”.

En 1938 el doctor Soto del Corral fue el cónsul General de Colombia en Francia. Ese año, del 12 al 30 de septiembre, actuó como Delegado de Colombia en la XIX reunión de la Liga de las Naciones, celebrada en Ginebra, Suiza. De 1939 a 1942 fue Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia y artífice de esa Alma Máter cuando se ubicó en la otrora “Ciudad Blanca”, gracias al Presidente López Pumarejo. Allí, en la Nacional, fue profesor del Nobel colombiano de Literatura Gabriel García Márquez, quien en su libro “Vivir para contarla”, lo describe así:

Jorge Soto del Corral, el maestro de derecho constitucional, tenía fama de saber de memoria todas las constituciones del mundo, y en las clases nos mantenía deslumbrados con el resplandor de su inteligencia y su erudición jurídica, sólo entorpecida por su escaso sentido del humor. Creo que era uno de los maestros que hacían lo posible para que no afloraran en la cátedra sus diferencias políticas, pero se les notaban más de lo que ellos mismos creían. Hasta por los gestos de las manos y el énfasis de sus ideas, pues era en la universidad donde más se sentía el pulso profundo de un país que estaba al borde de una nueva guerra civil, al cabo de cuarenta años de paz armada”.[75]

Y es que según lo refiere Morales Molina[76], el doctor Jorge Soto del Corral tenía como afición la atenta y constante lectura del Diario Oficial para poderse aprender todas las disposiciones nuevas allí contenidas, las que le permitían enriquecer sus lecciones de Derecho Constitucional, extensamente documentadas. Señalaba Hernando Morales Molina: “Por trágico designio, quien representó el predominio de la juridicidad, cayó como resultado de una oscura época que nunca debe reaparecer en el país”. Y, García Márquez, quien fue su estudiante en la Universidad Nacional, complementa así. “…el maestro de derecho constitucional, tenía fama de saber de memoria todas las constituciones del mundo, y en las clases nos mantenía deslumbrados con el resplandor de su inteligencia y su erudición jurídica, sólo entorpecida por su escaso sentido del humor”.[77]

El 2 de abril de 1949, los doctores Guillermo León Valencia y Carlos Lleras Restrepo, como delegados, respectivamente, de los Directorios Nacionales del Partido Conservador y del Partido Liberal, redactaron una declaración sobre los problemas de orden público y las situaciones de violencia política que se estaban presentando en el país, y reconocieron la necesidad de adelantar una acción conjunta destinada a mantener la paz en todas las regiones de la República y a garantizar a todos los ciudadanos el ejercicio de sus derechos.

Igualmente, en esa declaración, se acordaron unos ideales comunes, que consagraban lo siguiente:

Los directorios nacionales no pueden terminar esta declaración conjunta sin afirmar su total acuerdo para la defensa de los principios de la civilización cristiana, de la unidad del continente americano y de los sistemas democráticos, que son los comunes denominadores de los dos gloriosos partidos que en un siglo largo de vida independiente han escrito la vida nacional”.[78]

Llegado el 9 de noviembre de 1949, los liberales querían iniciar un juicio al presidente, por lo cual, Ospina Pérez clausuró las sesiones del Congreso, confirió amplios poderes a los gobernadores para controlar el orden público, impuso el control oficial de las comunicaciones telefónicas y confirmó la declaratoria del Estado de Sitio en todo el territorio nacional contra el parecer del Consejo de Estado, “entidad esta que conceptuó que el propio gobierno era quien organizaba, fomentaba y ponía a actuar la violencia a todo lo largo y lo ancho del territorio nacional”[79], además estableció simultáneamente la censura de la prensa y la radio, suprimió la libertad de reunión y prohibió a los jueces hacer uso normal de la atribución constitucional de anular los actos del gobierno, modificando el sistema de votación en la Corte Suprema de Justicia. A partir de esa fecha, se decretó un toque de queda a partir de las ocho de la noche y se concretó el uso y el abuso del artículo 121 de la Carta, por lo cual, hasta 1991 rigió en el país un Estado de sitio permanente, con el cual, para ese momento, se conjuró un paro armado que los liberales organizaban contra el gobierno para el 25 de noviembre, dos días antes de las elecciones presidenciales, que tuvieron un único candidato, ya que el liberal Darío Echandía se retiró de la contienda argumentando no contar con las mínimas garantías.

Ospina Pérez nos legó, la oración de la esperanza, tan actual como en el momento en que fue pronunciada:

“Que la paz y la armonía reinen pronto en todo el territorio de la República: hagamos una patria más grande y más digna gracias al esfuerzo común. Que cada día trae su afán y el de hoy es un afán de pacificación de serenidad y de vigoroso esfuerzo en pro de la reconstrucción nacional. Nada de amarguras ni de desalentador pesimismo. De pie sobre las ruinas, yo creo en la Patria y tengo fe en Dios y en el pueblo colombiano”.[80]

La máxima intensidad de <La Violencia>, ese monstruo que no aludía a nadie en concreto, sino a una especie de “fatalidad histórica”[81], alcanzó así su propósito desestabilizador, con el apoyo del modelo “chulavitas versus tipacoques”, que se exportó a otras regiones del país como el Tolima. Los chulavitas o chulas y los tipacoques, hacen alusión a los adictos a la causa conservadora, enfrentados continuamente con los habitantes liberales de la vereda de Tipacoque en Soatá (hoy municipio de Tipacoque), separados solamente por el cauce del río Chicamocha. También existieron los “pájaros”, bandas armadas al servicio de los conservadores, particularmente en el Valle del Cauca.

Bien vale recordar que Malcom Deas habla de una “violencia clásica”, que sería la comprendida entre 1946 y 1953, aunque otros, como Fernando Gaitán, habla de Baja violencia (1902 – 1945) y Alta Violencia (1946 – 1965).[82] Esa periodización, que también se conoce como Pequeña Violencia (1930 – 1946), según María del Rosario Vásquez Piñeros, “i) Se trata de una superposición de guerras civiles no declaradas que afectan principalmente las regiones rurales, en la provincia; ii) A lo largo de ellas prevalece la idea de exclusión política, y por ende socio-económica, y la eliminación física del contrincante; iii) Estos enfrentamientos, primero bipartidistas, después entre la izquierda y el statu quo, han generado la formación de autodefensas, guerrillas y grupos paramilitares, así como de sectores de la fuerza pública politizados”.[83]

El Presidente Ospina Pérez concluyó su gobierno y “después consolidó una importante jefatura política en su partido que lo llevó a las puertas de la reelección. En forma casi inmediata trabajó hasta su muerte en la formación y consolidación del Frente Nacional, llegando a constituirse en un patriarca en permanente entendimiento con los directivos de ambas colectividades”[84], como lo recordara el doctor Rodrigo Llorente Martínez.

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* Abogado, con estancia Post Doctoral en Derecho Constitucional como Becario de la Fundación Carolina en la Universidad de Navarra, España; estancia Post Doctoral en Historia en la Universidad del País Vasco como Becario de AUIP;  Doctor Magna Cum Laude en Derecho Canónico; Magíster en Relaciones Internacionales y Magíster en Derecho Canónico y con especializaciones en Bioética, Derechos Humanos, Derecho Administrativo y Gestión Pública, Liderazgo Estratégico Militar, Gestión Ambiental y Desarrollo Comunitario y, Derecho Constitucional. Es el Director del Programa de Humanidades y del Departamento de Historia y Estudios Socio Culturales en la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de La Sabana, donde es Profesor Asociado y Director del Grupo de Investigación en Historia de las Instituciones y DDHH “Diego de Torres y Moyachoque, Cacique de Turmequé”. Miembro de Número de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, Individuo Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales y Miembro Honorario del Muy Ilustre Colegio de Abogados de Lima. Correo electrónico hernan.olano@unisabana.edu.co. Cuentas en Twitter e Instagram: @HernanOlano Blog: http://hernanolano.blogspot.com
[1] El autor dedica el presente texto a la memoria del doctor Mariano Ospina Hernández, quien un mes antes de su fallecimiento en marzo de 2018, realizó la revisión y, de su puño y letra realizó algunas correcciones al presente estudio.
[2] MENDOZA, Plinio Apuleyo. El País de mi Padre. Planeta, Bogotá, D.C., 2013, p. 84.
[3] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Grupo Editorial Norma, Bogotá, D.C., 2002, p. 251.
[4] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 330.
[5] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez el Presidente.  Ediciones de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, Medellín, 2001, p. 139.
[6] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez el Presidente.  Op. Cit., p. 29.
[7] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez el Presidente.  Op. Cit., p. 29.
[8] PASTRANA BORRERO, Misael. En el devenir del cambio: visión del presente y agenda del futuro. El pensamiento de Misael Pastrana Borrero. Ediciones del Senado de la República de Colombia., Bogotá, 1987, Tomo I, p. 47.
[9] LLORENTE MARTÍNEZ, Rodrigo. A manera de prólogo, en: OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez. El Presidente. Ediciones de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, Medellín, 2001, p. xix.
[10] VALENCIA TOVAR, Álvaro. Los presidentes que yo conocí. Editorial Planeta, Bogotá, D.C., 2013, p. 117.
[11] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez el Presidente.  Op. Cit., p. 140.
[12] Nacido el 24 de diciembre de 1879 y fallecido el 11 de marzo de 1965 a la edad de 85 años. Fue Prefecto de la Congregación de los Ritos Sagrados, Vicario General de Roma, Cardenal Obispo de Velletri y antes, Cardenal Presbítero de Santa María sopra Minerva y Arzobispo titular de Apamea en Siria; Nuncio Apostólico en Checoslovaquia, Bélgica y Luxemburgo, Cfr. http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bmicara.html, consultada el 24 de marzo de 2018.
[13] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez el Presidente.  Op. Cit., p. 145.
[14] La primera acción del ministro Jorge Bejarano, fue luchar contra el consumo de coca y de chicha y, a partir del primero de enero de 1949 se hizo efectiva la prohibición de venta de bebidas fermentadas como la chicha en restaurantes o sitios de venta de comida. Dicha campaña fue apoyada por la industria cervecera nacional que creció con el apoyo gubernamental.
[15] TORRES DEL RÍO, César Miguel. Colombia Siglo XX. Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe. Segunda edición corregida y aumentada. Primera reimpresión. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C., 2017, p. 146.
[16] Ibíd, p. 146.
[17] TORRES DEL RÍO, César Miguel. Colombia Siglo XX. Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe, p. 139.
[18] López Pumarejo había disuelto en su segundo gobierno el unirismo y Gaitán pasó a estar firmemente establecido en el liberalismo. Nota de mariano Ospina Hernández.
[19] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 333.
[20] TORRES DEL RÍO, César Miguel. Colombia Siglo XX. Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe, pp. 153 - 154.
[21] ARIAS TRUJILLO, Ricardo. Historia de Colombia Contemporánea (1920 – 2010). ). Colección Ciclo Básico, Universidad de los Andes, Bogotá, D. C., 2013, p. 104.
[22] OSPINA, William. Pa que se acabe la vaina, Editorial Planeta, Bogotá, D.C., 2013, p. 165.
[23] El doctor Eduardo Zuleta Ángel fue presidente de la Comisión Preparatoria y de la Primera Asamblea General de las Naciones Unidas.
Nuestra Cancillería se refiere sobre el particular, ratificando mi afirmación. Fuente: http://www.cancilleria.gov.co/international/multilateral/united-nations/uno
Así mismo, la ONU recoge este documento: http://www.un.org/Depts/dhl/landmark/pdf/a1agendas.pdf
Y este otro, donde el primer presidente agradece al Dr. Zuleta como miembro de la Comisión preparatoria:
Y un agradecimiento al Dr. Zuleta al final del discurso de la primera sesión plenaria, celebrada el jueves 10 de enero de 1946:
El PRESIDENTE (traducido del francés): Estimo que debo limitarme hoy a dos expresiones de agradecimiento. No podría hablar ante esta  Asamblea sin manifestar, en nombre de todos  los que asistieron a las sesiones de la Comisión  Preparatoria, nuestro agradecimiento y admiración por el Presidente de la misma, Dr. Zuleta  Ángel. No sé qué admirar más, si su cordialidad, su autoridad afable, su orden o su método, pero si nuestros trabajos han arribado a buen puerto, el éxito se lo debemos a él, y estoy seguro de interpretar el criterio de la Asamblea al darle las gracias más expresivas. Fuente: http://www.un.org/depts/dhl/landmark/pdf/a-pv1s.pdf
Igualmente, el historiador Álvaro Tirado Mejía, dice: “Terminada la reunión de San Francisco, Eduardo Zuleta Ángel fue elegido presidente de la comisión preparatoria de la primera Asamblea General, que sesionó en Londres. En tal calidad, intervino activamente en la escogencia de Nueva York como la ciudad que albergaría definitivamente a la Organización. Así mismo, participó en la consecución de los terrenos para la sede, los cuales fueron donados por la familia Rockefeller, y en la decisión sobre el proyecto arquitectónico referente a los edificios que la albergarían, por lo cual hubo de estar en permanente comunicación con el famoso arquitecto Le Corbusier”.
[24] ZULETA TORRES, Margarita. El Bogotazo y la Novena Conferencia Internacional Americana, en: AA.VV. Agua y Fuego, cincuentenario del 9 de abril de 1948. Grafimpresos Editores, Bogotá, D.C., 1998, p. 84.
[25] Estaba previsto compartir mesa con Jorge Padilla, Alejandro Vallejo y Pedro Eliseo Cruz.
[26] Plinio Mendoza Neira era un boyacense con las virtudes de su gente: inteligencia beligerante; vocación de alineación; fidelidad a las ideas; sentido histórico, que era herencia normal de la evolución de sus luchas. MORALES BENÍTEZ, Otto, prólogo, en: MENDOZA, Plinio Apuleyo. El País de mi Padre. Planeta, Bogotá, D.C., 2013, p. 12.
[27] El comentario se encuentra al margen, escrito a lápiz en la versión original de este texto, por el doctor Mariano Ospina Hernández en febrero de 2018.
[28] LLERAS RESTREPO, Carlos. De la República a la Dictadura. Testimonio sobre la política colombiana. Colección la Línea del Horizonte. Planeta Editorial, Bogotá, D.C., 1997, p. 100.
[29] MENDOZA, Plinio Apuleyo. El País de mi Padre. Op. Cit., p. 83.
[30] GALEANO, Eduardo. Colombiando. Palabras sentipensantes sobre un país violento y mágico. Selección y presentación Renán Vega Cantor. CEPA Editores – Librería Pensamiento Crítico, Bogotá, D.C., 2016, p. 91.
[31] OSPINA, William. Colombia, donde el verde es de todos los colores. Literatura Mondadori, Bogotá, D.C., 2013, p. 16.
[32] BRAUN, Herbert. Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia.  Punto de Lectura – Alfaguara, Bogotá, D.C., 2013, p. 397.
[33] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 335.
[34] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez, el presidente. Op. Cit., p. 191.
[35] Así llamada porque los jóvenes jinetes santafereños hacían allí carerras de caballos.
[36] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez, el presidente. Op. Cit., p. 192.
[37] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez, el presidente. Op. Cit., p. 194.
[38] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez, el presidente. Op. Cit., p. 194.
[39] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., pp. 336 - 337.
[40] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 347.
[41] MENDOZA, Plinio Apuleyo. El País de mi Padre. Op. Cit., p. 94.
[42] SANTOS MOLANO, Enrique. El día que mataron a Gaitán, en: CREDENCIAL HISTORIA. El 9 de abril. Edición 195, marzo de 2006, p. 4.
[43] GALEANO, Eduardo. Colombiando. Palabras sentipensantes sobre un país violento y mágico. Op. Cit., p. 101.
[44] Comentario de Mariano Ospina Hernández escrito al margen en el manuscrito original de este texto en febrero de 2018.
[45] LÓPEZ MICHELSEN, Alfonso. Palabras pendientes. Conversaciones con Enrique Santos Calderón. El Áncora Editores, Bogotá, D.C., 2001, pp. 30 – 31.
[46] Comentario de Mariano Ospina Hernández escrito al margen en el manuscrito original de este texto en febrero de 2018.
[47] GIRALDO, Fernando. Sistema de partidos políticos en Colombia. Centro Editorial Javeriano CEJA, Colección Biblioteca del Profesional, Bogotá, D.C., 2003, p. 31.
[48] VALENCIA TOVAR, Álvaro. Los presidentes que yo conocí. Op. Cit., p. 119.
[49] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez, el presidente. Op. Cit., pp. 207 - 208.
[50] TORRES DEL RÍO, César Miguel. Colombia Siglo XX. Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe, p. 155.
[51] TORRES DEL RÍO, César Miguel. Colombia Siglo XX. Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe, p. 155.
[52] Otros dicen que en Cucunubá y para otros, su cuna era Bogotá, pues en esta ciudad, en el barrio las Cruces, pues fue bautizado en la catedral y en la partida no se especificó su origen geográfico.
[53] MENDOZA GARCÍA, Plinio Apuleyo. Entre dos aguas. Narrativa, Ediciones B, Bogotá, D.C., 1ª reimpresión septiembre de 2012, pp. 134 – 135.
[54] Testimonio del abogado Carlos Julio Ayala, primo de Gaitán, en: ABELLA, Arturo. Así fue el 9 de abril. Internacional de Publicaciones, Bogotá, 1973, p. 11.
[55] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 252.
[56] POSADA DÍAZ, Jaime. Historia, actualidad y porvenir del liberalismo colombiano. Con mi abuelo Lorenzo María por Alberto Lleras. Tomo II. Ediciones Universidad de América e Internacional Socialista, Bogotá, D.C., 2009, p. 196.
[57] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 331.
[58] DEAS, Malcolm. Intercambios violentos y dos ensayos más sobre el conflicto en Colombia, Taurus – Colección Pensamiento. Penguin Random House, Bogotá, D.C., 2015, pp. 48 - 49.
[59] DEAS, Malcolm. Intercambios violentos y dos ensayos más sobre el conflicto en Colombia, pp. 114 - 115.
[60] ARIAS TRUJILLO, Ricardo. Historia de Colombia Contemporánea (1920 – 2010). Op. Cit., p. 102.
[61] ABELLA, Arturo. Así fue el 9 de abril. Internacional de Publicaciones, Bogotá, 1973, pp. 12 - 13.
[62] DEAS, Malcolm. Intercambios violentos y dos ensayos más sobre el conflicto en Colombia, p. 91.
[63] ARIAS TRUJILLO, Ricardo. Historia de Colombia Contemporánea (1920 – 2010). Op. Cit., p. 95.
[64] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez, el presidente. Op. Cit., p. 209.
[65] ZULETA TORRES, Margarita. El Bogotazo y la Novena Conferencia Internacional Americana, en: AA.VV. Agua y Fuego, cincuentenario del 9 de abril de 1948. Op. Cit., p. 112.
[66] VALENCIA TOVAR, Álvaro. Los presidentes que yo conocí. Op. Cit., pp. 122 -123.
[67] El doctor García, historiador y educador antioqueño, nacido en Fredonia Antioquia el 7 de agosto de 1894, fue rector de la Universidad de Antioquia, Rector del Colegio Nacional de San Bartolomé y Fundador y Primer Rector de la Universidad La Gran Colombia y del Colegio Francisco de Miranda. Es el padre de la educación superior universitaria en América Latina, ya que gracias a su empeño, miles de personas han podido acceder a la educación nocturna. Falleció en Bogotá el 15 de junio de 1959.
[68] Comentario de Mariano Ospina Hernández escrito al margen en el manuscrito original de este texto en febrero de 2018.
[69] ZULETA TORRES, Margarita. El Bogotazo y la Novena Conferencia Internacional Americana, en: AA.VV. Agua y Fuego, cincuentenario del 9 de abril de 1948. Op. Cit., p. 127.
[70] ZULETA TORRES, Margarita. El Bogotazo y la Novena Conferencia Internacional Americana, en: AA.VV. Agua y Fuego, cincuentenario del 9 de abril de 1948. Op. Cit., p. 80.
[71] AZULA BARRERA, Rafael. De la revolución al orden nuevo. Bogotá, 1956, p. 437.
[72] TORRES DEL RÍO, César Miguel. Colombia Siglo XX. Desde la guerra de los Mil Días hasta la elección de Álvaro Uribe, p. 156.
[73] LLERAS RESTREPO, Carlos. Crónica de mi propia vida. Tomo IX. Círculo de Lectores e Intermedio Editores, Bogotá, 1992, p. 474.
[74] MORALES MOLINA, Hernando. Semblanza de Jorge Soto del Corral. Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia # 210-211, pp. 33 y 34.
[75] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. Op. Cit., p. 445.
[76] MORALES MOLINA, Hernando. Op. Cit., p. 34.
[77] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Vivir para contarla. op. Cit., p. 321.
[78] LLERAS RESTREPO, Carlos. De la República a la Dictadura. Testimonio sobre la política colombiana. Op. Cit., p. 126. La declaración fue firmada por Carlos Lleras Restrepo, Guillermo León Valencia, Francisco José Chaux, Augusto Ramírez Moreno, Jorge Uribe Márquez, Luis Navarro Ospina, José María Villareal y Gilberto Alzate Avendaño.
[79] RIVADENEIRA VARGAS, Antonio José, Historia Constitucional de Colombia 1510 – 1978. Editorial Horizontes, Bogotá, 1978, p. 155.
[80]OSPINA HERNÁNDEZ, Mariano. Las lecciones de Mariano Ospina Pérez, en: AA.VV. Agua y Fuego, cincuentenario del 9 de abril de 1948. Op. Cit., p. 162.
[81] ARIAS TRUJILLO, Ricardo. Historia de Colombia Contemporánea (1920 – 2010). Op. Cit., p. 89.
[82] DEAS, Malcom y GAITÁN, Fernando. Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia, Tercer Mundo, Bogotá, D.C., 1995, pp. 13, 206 – 209.
[83] VÁSQUEZ PIÑEROS, María del Rosario. La Iglesia en la época de La Violencia. Apuntes críticos a la historiografía viviente. Notas de clase.
[84] OCAMPO MARÍN, Héctor. Mariano Ospina Pérez el Presidente. Op. Cit., p. xviii.