viernes, 29 de enero de 2016

"Protagonista" en El Nuevo Siglo, enero 29 de 2016.

Agradezco al diario El Nuevo Siglo de Bogotá, D.C., al incluirme el 29 de enero de 2016 como su "Protagonista", página 2-A.



Reflexión sobre el Defensor

En: http://www.eltiempo.com/politica/justicia/caso-del-defensor-del-pueblo-deja-lecciones-para-servidores-publicos/16494378
Para Hernán Olano, profesor de la Universidad de la Sabana, más allá de la verdad judicial de este caso, lo que queda claro que es que los servidores públicos deben tener una excelente hoja de vida personal.
“Hay que indagar y contrastar antecedentes para saber qué calidades personales tiene el funcionario”, afirmó.
Olano también advirtió que este es un llamado para fortalecer los comités de convivencia laboral que en ocasiones no funcionan y que pueden ser útiles para que quienes sean víctimas de maltrato rompan el silencio.

miércoles, 27 de enero de 2016

La visita de Francisco a Colombia

Publicado en El Tiempo el sábado 23 de enero de 2016.

Gran expectativa ha causado la noticia acerca del viaje de Francisco a Colombia, en 2017, circunstancia que requiere una gran preparación logística, pero particularmente en los corazones de católicos, cristianos, agnósticos, ateos y miembros de respetables confesiones religiosas a quienes el Pontífice les ha hecho una llamada para creer en el amor en su primer video viral y, más exactamente este 2016 con ocasión del año de la misericordia..

Pablo VI ejerció su pontificado de 1963 a 1978 y fue el primer Papa en realizar viajes pastorales al extranjero; el primero de ellos a nuestro país y, luego a Estados Unidos, Tierra Santa, Suiza, India, Filipinas, Portugal, Uganda y Turquía .

Previo a su llegada, el primer Papa viajero explicó precisamente que los viajes del Papa quieren decir que los caminos del mundo están abiertos a su ministerio, son índice de una mayor circulación de caridad y ponen en evidencia la unidad y la catolicidad de la Iglesia. Igualmente, el sucesor de Pedro expresó que “con el viaje a Bogotá deseamos testimoniar en forma inequívoca la fe de toda la Iglesia en la triple virtud santificadora de la Eucaristía: memorial de la Pasión Redentora, prodigio real de la presencia sacramental de Cristo, promesa de su venida final”.

Y agregó: “en América Latina la fe está despertando una gran caridad social y esperamos una creciente justicia civil y mayor prosperidad cristiana”.

El Beato Pablo VI realizó su primer viaje a América, visitando únicamente Bogotá del jueves 22 al sábado 24 de agosto de 1968. El programa general de la visita del Vicario de Cristo, incluyó una ceremonia de ordenación sacerdotal, visita al Presidente de la República y a los campesinos de Mosquera, una Misa para la gran concentración de trabajadores, empresarios y universitarios en el Campo Eucarístico, luego el encuentro con el Cuerpo Diplomático y las autoridades extranjeras de visita en Colombia con ocasión del Congreso eucarístico, otra Misa el sábado, la inauguración de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y la bendición de la sede del CELAM, antes de salir para Roma.

En 1986, San Juan Pablo II, quien entonces tenía 66 años, había sustituido a Pablo VI en el apodo de <<Papa viajero>>, pues en sus primeros ocho años de pontificado ya había realizado 104 viajes, aunque poco después se le llamara también <<el atleta de dios>>. Llegó a Colombia el 1 de julio de 1986, en un viaje que duró siete días y le permitió visitar diez ciudades: Bogotá, Chiquinquirá, , Cali, Tumaco, Popayán, Pereira, Chinchiná, Rionegro, Medellín, Armero, la base de Palanquero en Puerto Salgar, Bucaramanga, Cartagena y Barranquilla. Al bajarse del avión en El Dorado, Juan Pablo II besó el suelo y dijo: “¡Alabado sea Jesucristo!”, lo cual le permitió recorrer 2842 kilómetros de nuestro país.

En Cartagena, ante la tumba de san Pedro Claver, condenó la actitud complaciente con el narcotráfico y a su vez, comparó las drogas con una nueva forma de esclavitud que impide a sus víctimas el ejercicio de la libertad

Desde Medellín, el 5 de julio de ese año, el Papa hizo un llamado a la paz en el país; ahora, Francisco, que tanto ha insistido en ella, estará en Colombia. El pasado 25 de diciembre, el Papa Francisco en la bendición para la Ciudad y el Mundo, Urbi et Orbi, pidió que la alegría de esa fecha iluminase a los colombianos para obtener la anhelada paz. Luego, en el discurso a los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede volvió a reiterar esa inquietud, que finalmente, le permitirá expresarla en vivo y en directo a las personas que tengan la oportunidad de verlo personalmente o por distintos medios en la visita que se ha programado, para lo cual el sábado 24 de enero se acordó una agenda y fecha exacta.


Cabe recordar que, la <<primera piedra>> de nuestro Templete Eucarístico de Bogotá, había sido previamente bendecida en Roma el 12 de abril de 1966 y corresponde a una piedra “arrancada”, como dijo Pablo VI, de la Basílica de san Pedro y “lleva en sí misma olor de cercanía a la tumba del primer apóstol”; ahora, el sucesor 274 de san Pedro, Francisco, estará, poco o mucho, comparado con las dos visitas pontificias anteriores, pero, cada vez más cerca con su presencia mediática en las redes sociales, su prestigio como líder mundial y su paternal figura que ha transformado el corazón de todos.

lunes, 25 de enero de 2016

Maronitas en Colombia



El pasado miércoles 20 de enero, el Santo Padre Francisco erigió el exarcado apostólico para los fieles maronitas residentes en Colombia, con sede en Bogotá, y nombró al Padre Fadi Abou Chebel O.M.M., como exarca apostólico. El obispo electo nació en Deir el Kamar (Líbano) en 1969, pronunció los votos solemnes en 1999 y fue ordenado sacerdote en 1995. Es Licenciado en Teología Espiritual y en su ministerio pastoral ha sido entre otros vicepárroco en Uruguay, asistente espiritual, ecónomo y responsable de los estudiantes del convento de Santa Teresa en Shayle (Líbano) director general del colegio Notre-Dame de Louiaze (Líbano) responsable de los jóvenes estudiantes en Roma, capellán general de la Universidad Notre-Dame (Líbano) y director general de la pastoral universitaria en Líbano, cargo que desempeñaba actualmente.

La confesión maronita es católica, depende de Roma y es uno de los 22 ritos del catolicismo. Su fundador fue San Marón, un ermitaño que existió en el año 335 d.C.
En la eucaristía y los sacramentos se utiliza como idioma el arameo (además del árabe), que era utilizado en la época de Jesús. En esta iglesia se puede ordenar a hombres casados como sacerdotes (pero no pueden llegar a ser obispos) y llevar su vida de religioso con su familia.
En 2006 se celebró la primera eucaristía oficial de la comunidad maronita de Colombia y el Arzobispo emérito de Bogotá, Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, erigió la parroquia de Nuestra Señora del Líbano en la iglesia de Santa Clara de Asís, al norte de Bogotá, inicialmente dependiente del Obispo Maronita de México, Su excelencia Georges Saad Abi Younes. Recientemente, el párroco maronita, Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, fue consagrado como Obispo Auxiliar de Bogotá y Titular de Giubalziana.

Desde comienzos del siglo XX, una importante migración libanesa de mayoría maronita se instaló en diversos puntos de la geografía colombiana, escogiendo las riveras del Magdalena, desde Barranquilla hasta Girardot. No pocos también escogieron Boyacá y Bogotá para emprender su tarea como comerciantes, aunque luego, la presencia de la colonia libanesa maronita se ha destacado por su contribución al desarrollo del país en los campos religioso, político, económico y cultural. Pese a las difíciles condiciones que tuvieron que afrontar como inmigrantes, lograron integrarse rápida y sólidamente a la sociedad colombiana. En algún momento se les llamó “turcos sirio libaneses”, pues debido a la existencia del imperio turco otomano y la invasión de Siria y Líbano, se les había anexionado a esa monarquía.
Los cedros del Líbano están mencionados en la Biblia y siguen siendo un referente de identidad y orgullo nacional de ese país y de su comunidad en Colombia.

martes, 19 de enero de 2016

La Cátedra de la Paz

La Ley 1732 de 2014 establece el carácter obligatorio de la Cátedra de la Paz en todas las instituciones educativas del país, y señala que el desarrollo de dicha asignatura se ceñirá a un pénsum académico flexible, el cual será el punto de partida para que cada institución educativa lo adapte de acuerdo con las circunstancias académicas y de tiempo, modo y lugar que sean pertinentes. Con base en lo anterior y según lo dispuesto en el Decreto 1038 de 2015, la Universidad ha creado la Cátedra de la Paz, como elemento para la reconciliación en el posacuerdo.

La fecha de la Pascua

Cuenta la historia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.

Los judíos celebran este acontecimiento cada año en la pascua judía o "Pesaj", que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo.

Podemos estar seguros, por lo tanto, de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con sus discípulos, era una noche de luna llena.

Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo en la luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril y tomando esta fecha como centro del Año litúrgico, las demás fechas se mueven en relación a esta y hay algunas fiestas que varían de fecha una o dos semanas.

Las fiestas que cambian año con año, son:
· Miércoles de Ceniza
· Semana Santa
· La Ascensión del Señor
· Pentecostés
· Fiesta de Cristo Rey

El domingo de Pascua es el siguiente a la primera Luna llena 'eclesiástica' (un plenilunio ficticio definido por la Iglesia mediante unas tablas numéricas) que se da en o tras el 21 de marzo.

Esta regla lleva implícito que cuando el plenilunio eclesiástico cae en domingo, la Pascua se celebra el domingo siguiente, lo cual impide que la Pascua cristiana coincida con la judía.

En el Concilio de Arlés (año 314) ya se reconoció la necesidad de fijar una fecha común de celebración para toda la cristiandad; sin embargo, las reglas para determinar la fecha de Pascua se encuentra en el concilio de Nicea del año en el 325, convocado por el emperador romano Constantino. Allí se estableció que se debería conmemorar entre el 22 de marzo y el 25 de abril en aquellos lugares donde se utiliza el calendario gregoriano; es decir, "Se celebraría el primer domingo después de la Luna llena que coincida o que suceda al equinoccio de primavera del hemisferio norte y en caso de que la Luna llena tuviera lugar en domingo, la Pascua se traslada al siguiente". Se denomina equinoccio al momento del año en que los días tienen una duración igual a la de las noches en todos los lugares de la Tierra, excepto en los polos. La palabra equinoccio proviene del latín aequinoctĭum y significa "noche igual".

En el año 525, Dionisio el Exiguo (llamado así por su escasa estatura), adoptó unos criterios claros (que procedían de la iglesia de Alejandría) y emitió una normativa desde Roma. Dionisio creó también el Anno Domini ("año del Señor") fundamento de las siglas AD que se añaden a los años de nuestra era (p. ej. 2016 AD, que equivale a 2016 d.C.). El Exiguo, sin embargo, cometió un error en el establecimiento del año 1, lo que lleva a la aparente contradicción de que en realidad Cristo nació en el año 7 ó 6 'antes de Cristo'.

Las fechas establecidas por las diferentes iglesias cristianas fueron muchas veces distintas en los 1691 años transcurridos desde entonces debido a que se utilizan como diferentes calendarios. Por ejemplo, las iglesias ortodoxas suelen celebrar Pascua una semana después.

El calendario juliano es el antecesor del calendario gregoriano y se basa en el movimiento aparente del sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 a. C., se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias hasta la implantación de la reforma gregoriana, del papa Gregorio XIII, en 1582. Sin embargo, en los países de religión ortodoxa se mantuvo hasta principios del siglo XX: en Bulgaria hasta 1916, en Rusia hasta 1918, en Rumanía hasta 1919 y en Grecia hasta 1923. A pesar de que en sus países el calendario gregoriano es el oficial, hoy en día algunas de las iglesias ortodoxas (por ejemplo, la de Jerusalén, la de Rusia o la de Serbia) siguen utilizando el calendario juliano, o modificaciones de él diferentes al calendario gregoriano, para su liturgia y otras (por ejemplo la de Constantinopla, la de Grecia y la de Finlandia) usan el calendario gregoriano. La Iglesia copta también sigue utilizando el calendario juliano.

Desde el siglo IV, la fecha de la Pascuas cae en el primer domingo posterior al primer plenilunio del equinoccio primaveral. Esto significa que puede variar mucho de un año a otro, lo que ha producido encontronazos, confusión e inconvenientes. Desde el siglo X fijar la fecha se establece con referencia a la luna y el sol.

Esta fecha, entonces, no viene determinada por criterios comerciales sino por el movimiento del sol y la luna. Esto concuerda con el propósito ordenado por Dios para las luces de los cielos, que señalen los tiempos y las estaciones (Gen. 1:14).

Todo el calendario cristiano tiene su origen en la Resurrección de Jesús. La Resurrección del Señor es la referencia más importante de nuestra fe. Tanto es así que durante los tres primeros siglos del cristianismo la única fiesta que realmente se celebraba era la Pascua de Resurrección (la gloriosa resurrección de Cristo), y en menor medida Pentecostés (el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles). Con el paso del tiempo ese acontecimiento fundante de la Resurrección se fue ampliando alrededor de la Semana Santa, así apareció el domingo (la palabra domingo significa "El día del Señor"). Cada domingo es la celebración semanal del misterio pascual de la Resurrección de Cristo. Podemos decir que cada domingo es una mini-Pascua de Resurrección.

La fórmula para verificar la fecha de Pascua cada año, se aplica así: En primer lugar debe hallar el equinoccio vernal, o primer día de primavera (alrededor del 21- 22 de marzo), en un calendario que incluya datos astronómicos básicos. Después busque la siguiente luna llena, normalmente está indicada en una esquina del calendario. La Semana Santa caerá el domingo siguiente. La mayoría de las veces, la Semana Santa cae durante la primera semana de abril. También se desprende que la Pascua de Resurrección nunca puede ser antes del 22 de marzo (cuando el plenilunio sucede un 21 de marzo que además es sábado) ni después del 25 de abril (cuando hay plenilunio el 20 de marzo y, además, el 18 de abril –fecha del siguiente plenilunio- es un domingo, lo que hace retrasar la Pascua de una semana). De acuerdo con esta regla, la fecha más tardía posible para Semana Santa sería el 25 de abril, la próxima ocurrencia será en 2038. La más temprana el 22 de marzo, en 2285.


El 19 de abril es la fecha más frecuente del domingo de Pascua (cae en esa fecha casi 4 veces cada cien años: el 3,87 %). Lo menos frecuente es que caiga el 22 de marzo (solo 5 veces cada milenio) o el 25 de abril (solo unas 8 veces por milenio).

En Inglaterra, por ejemplo, el fundamento legal para cambiar la fecha está escrito desde la Ley de Pascua aprobada por el Parlamento del Reino Unido en 1928 y que establece que la Pascua debe ser entre el 9 y el 15 de abril.

Las autoridades religiosas buscan poner fin a una de las disputas más viejas al interior de la Iglesia: una fecha global de Pascuas, la cual provoca desacuerdos desde hace más de mil años.

En 1990, el Vaticano aprobó una propuesta para fijar una fecha, que quedó sujeta a un acuerdo con otras iglesias cristianas y gobiernos, el cual aún no fue alcanzado. El arzobispo de Canterbury, Justin Welbyconsultará con el Papa Francisco, con el patriarca copto Teodoro II y con el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, para negociar un cambio de fecha.

En resumen, cuando surja la pregunta: ¿Cómo hace la Iglesia Católica para determinar la fecha de la Semana Santa?, la respuesta es: se determina el Domingo de Resurrección el siguiente domingo a la luna llena posterior al equinoccio de primavera.

El anhelo de paz

El pasado 25 de diciembre, el Papa Francisco en la bendición para la Ciudad y el Mundo, Urbi et Orbi, pidió que la alegría de esa fecha iluminase a los colombianos para obtener la anhelada paz.
En una sociedad democrática la paz podrá consolidarse sobre la base de un sistema normativo que interprete la realidad nacional y consulte las cambiantes necesidades del país y la voluntad popular. En 1987, decía Rodrigo Lloreda, que en una sociedad democrática, la convivencia social no puede depender del azar, ni fundarse en la ausencia de autoridad, aunque tampoco ciertamente, en el exceso de ella.
Eso me recuerda este mensaje: "Para el que levanta el puñal del asesino, para el que prende la dinamita cuyo resultado son escombros y despojos humanos, no hay ni puede haber misericordia ni contemplaciones; porque en estos casos toda contemporización es una grave falta, toda debilidad es un delito, faltas y delitos que no perdonan nunca ni la Patria ni la Historia"; el autor fue Rafael Núñez en su mensaje al Congreso en la apertura de las sesiones ordinarias de 1894.
Esa convivencia social entre víctimas y victimarios es el reto de la anhelada paz a la cual se refiere Francisco, pero también es el resultado de un proceso que requiere tener en cuenta las necesidades de una sociedad en plena evolución, que como pueblo, ha perdido la fe en sus líderes e instituciones y que le atribuye a ellas muchos de los problemas del país y no les falta razón.

Así como Lloreda decía:  "No creo en el efecto providencial de las reformas legales ni comparto la noción tradicional de responder a toda crisis con una enmienda constitucional", así estamos todos, incrédulos ante los desconocidos acuerdos; alarmados con la descomposición y la corrupción de quienes hacen cabeza en muchas instituciones; sorprendidos con la inoperancia de la justicia y pongo como ejemplo un proceso que tengo y ha pasado mínimo por cinco despachos de circuito de descongestión y ni aun con la solicitud de vigilancia de la Procuraduría hemos podido desterrar las coimas de la contraparte para que a una viuda le devuelvan su inmueble; la falta de justicia produce desconcierto, luego rabia y eventualmente violencia y, ese es el panorama nacional, que ha de sopesar el gobierno para promover el plebiscito por la paz. El problema es que esos vicios ancestrales, en el fondo son los síntomas del cáncer del conflicto de intereses, más que todo económicos, que mueven hasta a los guardianes del orden a actuar en contra de la ley. Se requiere coraje, decisión y abrir el camino para restablecer la confianza perdida.

Laus Deo

El pasado 14 de diciembre de 2015, tuve la oportunidad de asistir al “retorno” de don Ignacio Chávez Cuevas a la Academia Colombiana de la Lengua, con ocasión del décimo aniversario de su fallecimiento. Digo “retorno”, y no “presentación”, por cuanto retornar a su casa (La academia y el Caro y Cuervo), era la intención de doña Eliska Krausova con la publicación del libro “La lengua”, que tiene como coautores a Juan Carlos Vergara, Bogdan Piotrowski, Daniel Samper Pizano, Jaime Arias Ramírez, Jaime Posada Díaz, Rafael Santos Calderón Belisario Betancur y un texto de Alfonso López Michelsen; Chávez sería como un Odiseo con el retorno y le ocurrió lo que a este héroe épico, pocos lo reconocerían y por eso, hasta los correctores del Caro y Cuervo cambiaron el título del escrito de Krausova por “presentación”, pues no sabían que este bogotano estuvo diecinueve años al frente de esa Institución, que consagró a Bogotá como la Atenas Suramericana, al continuar la magnífica obra de Rufino José Cuervo, el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana y obtener para Colombia los más significativos premios en la difusión y estudio del lenguaje, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, entregado por el actual rey de España; el XI Premio Bartolomé de las Casas y el galardón Antonio de Nebrija.

Además de un retorno frustrado, nuestro Odiseo, al decir de Vergara Silva, combinaba variedad de intereses “con fuerza y pasión por un país que amaba entrañablemente y un futuro cultural que defendía frente a filibusteros que intentaban a saco apoderarse del alma de una nación noble, pujante y plena de valores”.


Pero lo más impresionante, es que la directora del Instituto Caro y Cuervo, señaló en la reunión, que “La lengua”, editada en la Imprenta Patriótica de Yerbabuena, ya no lleva en el colofón el “Laus Deo”, porque dizque este es un Estado laico. Nada más equivocado y además, fuera de la tradición histórica de las ediciones de Yerbabuena, ya que en 1945, los primeros libros del Caro y Cuervo se publicaron en la Editorial Stella de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) y ellos usaban ese colofón con los que solían terminarse los libros en Europa meridional y significa “en alabanza de Dios”, que se legó desde hace setenta años como tradición en los libros de la <Patriótica>. Vanagloriarse de quitar esa alabanza porque somos “laicos” cuando en realidad nuestro Estado es aconfesional, muestra el desconocimiento en la comprensión en la diferencia de términos por parte de quien hace cabeza de esa Entidad y la negación de la tradición histórica,  drama de las instituciones que sufren de Alzheimer académico.