lunes, 26 de diciembre de 2011

Jarillología y Humedales

Una nueva ciencia geológica y ambiental se abre paso por cuenta de opiniones amañadas e inquina enfermiza contra instituciones serias que han trabajado para superar la crisis que ha causado el fenómeno de la niña. Se trata de la <Jarillología>, que se complementa con pensar que cualquier charco de la carrera séptima se forma porque era antes un humedal y no porque entre la 127 y la 116 están los peores cráteres del sector, heredados de la ineficiencia del Gobierno Distrital.
El Convenio Internacional de Ramasar, Irán, firmado desde 1971, define a los humedales como "extensiones de marismas, pantanos y tuberas, o superficies cubiertas de agua, sean estas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina, cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros". Bogotá posee trece humedales: La Conejera, Juan Amarillo, Torca, Guaymaral, Jaboque, Techo, El Burro, La Vaca, Córdoba, Santa María del Lago, La Tibanica, Capellanía y El Meandro del Say.
Los humedales, según la definición técnica incluida en un documento de la Alcaldía de Bogotá y suministrada por Sergio Echavarría, Gerente de la Concesión Devinorte, son “un ecosistema intermedio entre el medio acuático y terrestre, con porciones húmedas, semi húmedas y secas, caracterizado por la presencia de flora y fauna singular. La Universidad de La Sabana no está sobre un humedal, está en la zona del río.”
Así las cosas, queda claro que personas ajenas a esta prestigiosa Universidad, afirman objetivamente lo que otros muy subjetivamente quieren desvirtuar cuando se creen con <la sartén por el mango> por ser los <paladines de la verdad>, cuando en realidad, La Sabana ha desarrollado en pocos meses, con mucho esfuerzo a través de préstamos y ajustes presupuestales, las obras que muchos gobiernos, por lo menos desde 1974 cuando se adoptó el Código de Recursos Naturales, no han hecho.
Precisamente, al amparo de la Ley, en especial del citado Código, que lo permite en su artículo 124, así como en su decreto reglamentario, la Universidad hizo un muro de reforzamiento de 2000 metros de extensión dentro de la margen del jarillón existente.
Sólo falta que culpen a la Universidad de La Sabana por la aridez de Villa de Leiva, Ráquira, Santa Sofía y el Desierto de La Candelaria, porque hace tres millones de años había allí un mar, que nos legó las amonitas y el único esqueleto de Pleistosaurio que existe en el mundo.
A propósito: Villa de Leiva y la región de Ricaurte Alto, un maravilloso destino para terminar y comenzar el año.

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