El conocimiento de los metales fue una de las adquisiciones que permitieron desde épocas remotas el progreso de la humanidad. El primero que se conoció fue el oro, cuyo brillo atrajo primero la atención de muchos hombres, aun cuando inicialmente se utilizó como adorno. Después se conoció el cobre, pero, debido a que su extracción era difícil cuando no se encontraba en estado nativo, su uso no fue muy extenso al comienzo; algo similar ocurría con el estaño. De la aleación de nueve partes de cobre, una de estaño y un poco de carbón, surgió el bronce, cuya aparición le dio nombre a una de las etapas de la humanidad, la edad de bronce, seguida de la edad de hierro, en la cual, ya se encontraron en Europa elementos de oro de Transilvania y objetos de marfil africano, que indican la existencia de relaciones comerciales con pueblos lejanos.
En la teogonía chibcha, hay entre otros, dos cultos superpuestos, con tradiciones que se mezclan y confunden: primero, el culto al agua, que hacía de las lagunas residencia de alguna divinidad y por consiguiente sus principales santuarios; así, los actos principales de la vida se celebraban con baños y abluciones, como lo que se representa en la balsa muisca del municipio de Pasca, Cundinamarca.
La <Balsa Pasqueña> de la vereda Lázaro Fonte, fue encontrada hacia 1969 en un recipiente de barro por Cruz María Dimaté y dos compañeros, y luego el sacerdote Jaime Hincapié, protegió la pieza de su venta o fundición hasta que fue adquirida por el Museo del Oro.
El tesoro grande de los muiscas, es uno de los elementos más importantes para ratificar el mito de El Dorado y para demostrar la importancia de Pasca en la ruta de intercambio precolombino de bienes y servicios, ya que estaba en la Ruta de los Zipas en su marcha sobre los dominios del cacique de Fusagasugá.
Por datación arqueológica, la balsa fue elaborada entre los años 600 y 1600 d.C. por el sistema de fundición a la cera perdida y es patrimonio cultural de los ancestros aborígenes de la región pasqueña, tierra de gentes laboriosas y de fértiles campos que ofrecen riqueza, y prodigan la dicha a todo labriego que encuentra en su esfuerzo la paz y el sosiego.
Ni Juan de Céspedes en 1537, ni don Lázaro Fonte, Nicolás de Federmán ó Sebastián de Belalcazar se imaginaron qué tantos elementos escondía esta fértil comarca; sin embargo la india Zoratama tal vez sí sabía los secretos de los tesoros reunidos en distintos lugares que inspiran un temor supersticioso en lo que se denominaba el “Cercado del Padre”, el último pueblo chibcha al sur de la Sabana, ya en las altas montañas donde comienza el Valle de los Sutagaos.
Pasca, municipio bañado por los ríos batan, cuja (quebrada San Joaquín, angostura y Sabaneta), y Juan viejo (quebrada los Cubios, Costa Rica, los salarios, peñuela y las antiguas), hace parte de la Región del Sumapaz, junto a Fusagasugá, Arbeláez, Pandi, San Bernardo, Granada, Silvania, Tibacuy, Venecia y Cabrera.
Pasca desea ser una entidad territorial conocida también por encontrar allí la <Suma – Paz>, y se encuentra en la denominada senda del desarrollo sostenible, dejando a las generaciones del siglo XXI un nuevo estilo de administración pública, una comunidad preparada para participar en la gestión de su bienestar y el testimonio que sí es posible un futuro mejor con transparencia, eficiencia, eficacia y ante todo de que el progreso es compromiso general.
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