Cuando se habla de pobreza, generalmente nos
estamos refiriendo a familias que se encuentran en los límites del ingreso,
considerando siempre, que son, en el caso de Colombia, las que conforman los
niveles más bajos de la estratificación socioeconómica. Sin embargo, el
Gobierno Nacional por fin se dio cuenta que la pobreza está también en las
denominadas “familias vergonzantes” que integran la clase media, muchas de las
cuales, por fin podrán acceder a vivienda propia dentro de los planes y
políticas dadas a conocer el 28 de octubre.
A
través del programa 'Mi Casa Ya', 100 mil familias colombianas de la clase
media recibirán apoyo para el pago de la cuota inicial y para subsidiar su
crédito de vivienda nueva y podrán pagar su vivienda, sin cuota inicial, con la
plata que normalmente gastan en arriendo. Así, para quienes ganen hasta dos
salarios mínimos, se les subsidiará la adquisición de vivienda.
De
esta forma, Colombia por fin saca a relucir, para todos los estratos, el
principio de solidaridad que alienta los primeros artículos de nuestra
Constitución Política.
El término solidaridad, es ''una
palabra que no cae bien siempre”, -ha
dicho recientemente el Papa Francisco-. La solidaridad que ahora muestra el
Gobierno, es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de
todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos pocos que
concentran la riqueza en Colombia. También es luchar contra las causas estructurales
de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la
negación de los derechos sociales y laborales.
Esa solidaridad que incluyeron los
constituyentes del 91, sirve, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, para
enfrentar los efectos negativos y maléficos del Imperio del dinero: el
narcotráfico, el conflicto interno, la violencia generalizada, el
desplazamiento forzado, la trata de personas, y todas esas realidades que
muchos sufren en nuestro país, algunos en mayor o menor medida.
Ahora, lo que también debemos esperar,
es el crecimiento del empleo. Francisco ha mencionado este problema y ha
añadido que ''todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo
asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y a
una cobertura jubilatoria. Aquí hay cartoneros, recicladores, vendedores
ambulantes, costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores,
mineros, obreros de empresas recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadores
de oficios populares que están excluidos de los derechos laborales, que se les
niega la posibilidad de sindicalizarse, que no tienen un ingreso adecuado y
estable”.
Sin embargo, el camino es largo: “No puede
haber tierra, no puede haber techo, no puede haber trabajo si no tenemos paz”,
esperemos que llegue pronto. Es imposible imaginar ese futuro para la sociedad
sin la participación protagónica de todos nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario