
El alcalde, con un costo jurídico para Bogotá, que aún está por
valorarse, debido a la terminación unilateral del contrato con los concesionarios
que explotan la plaza, decidió en su momento convertir el coso taurino en lugar
de culto a la poesía. Toros y poesía han tenido mucha relación; por ejemplo, Joaquín
Sabina ha compuesto muchas obras; Rafael Alberti dedicó un poema a las corridas
de toros; lo mismo hicieron el Arcipreste de Hita; Hemingway; Juan Ramón
Jiménez; Fernán González; Unamuno; Machado y García Lorca.
Con la decisión del alcalde capitalino, al dar por terminado unilateralmente
el contrato con la Corporación Taurina, el conflicto se convirtió en una
corrida cuyo abono espero capotear, pues a los bogotanos nos cortarán oreja y
rabo haciéndonos pagar por esa alcaldada las indemnizaciones por pleitos,
condenas, perjuicios y honorarios, que según el artículo 90 Superior, hará que
el Estado responda patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean
imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas. Si
el Estado es condenado a la reparación patrimonial de uno de tales daños, que
haya sido consecuencia de la conducta dolosa o gravemente culposa de un agente
suyo, aquél deberá repetir contra éste, ¿Cómo probar ese dolo?
La Corte Constitucional en la Sentencia C-666 de 2010 se pronunció
sobre las corridas de toros, rejoneo, coleo, novilladas, corralejas, becerradas
y tientas y riñas de gallos, dejando por fuera las peleas de perros; allí reconoció
que en Colombia existe el desconocimiento del deber de protección de los
recursos naturales que constituyen casos de maltrato animal, por lo que
consideró que en la práctica de actividades de entretenimiento y de expresión
cultural con animales, debe entenderse que estos requieren protección especial
contra el sufrimiento y el dolor, y siempre y cuando se morigeren las conductas
especialmente crueles y que sólo podrían desarrollarse actividades como éstas
en aquellos municipios en los que las mismas sean manifestación de una
tradición regular, periódica e ininterrumpida y en las ocasiones autorizadas,
desincentivándose la actividad gradual y temporalmente, no en forma abrupta.
Incluso el marqués de Vargas Llosa, en Barcelona, en un mano a
mano dialéctico con el escritor Fernando Sánchez Dragó, dijo de las corridas de
toros que son un espectáculo de creación como la poesía, la música y la novela.
Sólo queda una pregunta: ¿Quiénes defienden la vida del toro están
también contra el aborto?


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