domingo, 2 de octubre de 2016

A propósito del perdón


En Sudáfrica en 1994 se pensó en cerrar todas las heridas del pasado y poner a cero el cronómetro de la historia. El rencor y los agravios históricos se consideraban incompatibles con el futuro que se pretendía para Sudáfrica, creándose una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, y la ley que la puso en marcha afirmaba abiertamente que su objetivo era la reconciliación nacional. No se mencionaba en aquella norma la necesidad de lograr el perdón personal con las víctimas a sus verdugos, ni se expresaba principio religioso alguno, pero se proponía que unos y otros relatasen sus experiencias en sesiones de carácter público. Aún esperamos que esto ocurra en Colombia.

Cuando Nelson Mandela fue liberado de la prisión, su primera rueda de prensa se realizó en un jardín luego de 27 años de cárcel. Asistieron más de doscientas personas como invitados especiales que en ese momento superaron con entusiasmo cualquier distanciamiento previo: “El ser humano que había dentro de ellos se impuso al periodista, y de pronto se vieron, con gran confusión y sorpresa por su parte, rompieron a aplaudir de manera espontánea”, cuenta John Carlin en El factor humano. Sudáfrica ante aquel hombre conciliador y risueño que era Mandela, se disponía a desterrar los odios atávicos que no habían dejado crecer a ese país.

“Madiba”, elpreso 466/64 de Robben Island, era consciente que el futuro que deseaba para su pueblo no podía basarse exclusivamente en los apoyos internacionales, ni en los aplausos de la prensa extranjera, sino en superar las hondas heridas que separaban a blancos y negros; por eso, unos días después de su liberación, convocó en su casa de Soweto a cinco periodistas extremadamente blancos, afrikáners, descendientes de esos colonos holandeses que habían mandado en Sudáfrica durante siglos. En esa reunión, Mandela les hizo ver a los periodistas que el primer acto de reconciliación para lograr la paz verdadera sería la organización de un partido de rugby contra los temidos All Blacks de Nueva Zelanda. Más tarde se escalaría con el Mundial de Fútbol.

Sudáfrica, como Colombia, posee pobreza, inseguridad, violencia y desigualdades, pero allí, la clave y el motor de la historia ha sido el perdón.

Las excepcionales lecciones del caso sudafricano es un patrimonio exportable que podríamos muy bien acoger en Colombia. Pero sin duda alguna, las peculiaridades de su proceso de guerra y enfrentamiento no debería hacer olvidar que existe algo común: el carácter trágico del pasado político, como “La Violencia” en el caso de Colombia.

Cada tragedia tiene sus condiciones distintas y, sin que las dimensiones de los trágicos hechos sean comparables, siempre salta a la cabeza la conciencia de salir de un pasado doloroso para construir una realidad política diferente a través de un proceso fundacional, originario e inaugural, en el cual, la sociedad civil, la comunidad política supere todos los hechos pasados, amargos y penosos.

Las conclusiones que se pueden extraer para Colombia del caso de Sudáfrica revelan que la nueva identidad del país no podía crearse con los valores estratégicos y abstractos que representan el ideal de la democracia deliberativa, como son, la deliberación pública, el consenso, los justos términos de cooperación, la reciprocidad, la no estigmatización, etc., ya que estos valores que responden a una doctrina sobre el bien, no aportan mucho a una comunidad como la nuestra, o como la sudafricana cuando se enfrentaron a la superación del conflicto. En cambio, el perdón y la reconciliación si son conceptos concretos, que exigen de cada uno de nosotros, como en esta fecha, nuestro esfuerzo individual para la construcción de una paz estable y duradera. 

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