Hace
poco se suscitó una controversia por las denominadas “razones de conciencia”
que impiden considerar a una persona con discapacidad para ejercer el
ministerio eclesiástico cristiano.
El Papa Juan Pablo II tras la clausura del Año Internacional
y Europeo de las Personas con Discapacidad en 2003, aseguró que "La
humanidad herida del discapacitado nos desafía a reconocer, acoger y promover
en cada uno de estos hermanos nuestros el valor incomparable del ser humano
creado por Dios".
Podemos ver entonces, que una sociedad que diera únicamente
espacio a los miembros plenamente funcionales, totalmente autónomos e
independientes no sería una sociedad digna del ser humano, la discriminación en
virtud a la eficiencia no es menos condenable a la que se realiza en virtud de
la raza, sexo o religión.
En 2002, con motivo de la reunión que mantuvo Juan Pablo II
con representantes de la asociación Fe y Luz de 75 países, una entidad que se
dedica a trabajar para mejorar la calidad de vida de enfermos y discapacitados,
afirmó refiriéndose a las personas con discapacidad que "Debemos aprender
mucho de ellos y saber que ocupan un lugar específico en la Iglesia".
Benedicto
XVI se refería igualmente a nuestro compromiso para formar parte de algún modo
del tesoro de la compasión que necesita el género humano. Durante su visita a
España en 2011, expresó que “Las personas con discapacidad son un Bien para
quien está a su lado, Misterio que nos salva, y cambia el corazón”, así como
protagonistas en la edificación de la civilización del amor.
Por otro lado, Francisco ha manifestado mucha atención
y gran interés por todos los problemas expuestos recientemente por la
parlamentaria italiana Ileana Argentin y ha asegurado, con gran cordialidad, su
participación y su aliento a todas las personas y las iniciativas dedicadas a
afrontar, siempre con más resolución y responsabilidad, los problemas
relacionados con la discapacidad, así como la necesidad de ayudar a los padres
de las personas con discapacidades graves que están muy preocupados por el
porvenir de sus hijos después de su muerte y de la dificultad que tienen para
atenderlos sus hermanos y hermanas. También ha hablado de otros temas, como el
de las barreras arquitectónicas en los edificios públicos y en las estructuras
eclesiásticas.
El Santo Padre, también en Asís el 3 de diciembre dijo
que desgraciadamente estamos en una sociedad contaminada por la cultura del
<desecho>, que se opone a una cultura de acogida. Incluso, días después,
cuando una niña ciega quiso regalarle al Papa su bastón, éste se lo devolvió
bendiciéndolo y diciéndole “todos tenemos necesidad de la luz de la fe”.
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