Para conmemorar los
cincuenta años de la visita de Pablo VI a Tierra Santa, el Papa Francisco
realizó una visita histórica y muy significativa a Jordania, Palestina e
Israel.
El 24 de mayo, el
avión papal aterrizó en el aeropuerto internacional de Amán
Queen Alia, de Amán, donde lo esperaban el Patriarca
de Jerusalén, el arzobispo Fouad Twal, el Custodio de Tierra Santa,
Pierbattista Pizzaballa y el representante del Rey Abdalá II, el príncipe Ghazi
bin Muhammed. Bajó sólo y allí dos niños le regalaron dos ramos de
flores con el iris negro, la flor nacional de Jordania; luego se reunió con los
reyes Abdallah y Rania y sus cuatro hijos. En esa visita, el rey calificó a
Francisco como "la conciencia del mundo”,
una denominación muy significativa para nuestro párroco universal. Incluso, el patriarca latino de Jerusalén, Fouad
Twalal agradecer al Papa su presencia en
Tierra Santa, dijo que Francisco era "el Juan Bautista de este
siglo”.
Francisco renovó su profundo respeto y consideración a la
comunidad Musulmana, y expresó su reconocimiento por el liderazgo que “Su
Majestad el Rey ha asumido para promover un más adecuada entendimiento de las
virtudes proclamadas por el Islam y la serena convivencia entre los fieles de
las diversas religiones”. También señaló que “la libertad religiosa es un derecho humano
fundamental” , deseando firmemente que sea tenido en gran consideración en todo
Medio Oriente y en el mundo entero. Este derecho "abarca tanto la libertad
individual como colectiva de seguir la propia conciencia en materia religiosa
como la libertad de culto, la libertad de elegir la religión que se estima
verdadera y de manifestar públicamente la propia creencia”, señaló el Santo
Padre.
En el terreno
político, Francisco elogió a Jordania por acoger a refugiados de
Palestina, Siria e Iraq, lo cual merece el apoyo de la comunidad
internacional, “para esto, es
necesario y urgente encontrar una solución pacífica a la crisis siria, además
de una justa solución al conflicto entre israelíes y palestinos”.
Luego,
en el International Stadium de Amán que forma
parte del complejo deportivo ''Al Husseini Youth City'', cuya construcción
comenzó el Rey Hussein. El estadio, en el que también celebró misa Benedicto
XVI en 2009, durante su viaje a Tierra Santa, ante 25000 personas expresó que "La diversidad de personas y de ideas no debe provocar
rechazo o crear obstáculos, porque la variedad es siempre una riqueza. Por
tanto, hoy invocamos con corazón ardiente al Espíritu Santo pidiéndole que
prepare el camino de la paz y de la unidad”.
Al final de la Eucaristía, en la que
hicieron la primera comunión 1400 niños, el Papa, invitó al Presidente del
Estado de Palestina Mahmoud Abbas y al Presidente del Estado de Israel Shimon
Peres a encontrarse en el Vaticano para rezar juntos por la paz. Ese tal vez ha
sido la <<cereza del ponqué>> dentro del viaje pontificio, ya que
con ello, el Papa reiteró de nuevo, como lo había
hecho ante el presidente de Palestina, que ambos Estados deben recomenzar
el camino hacia la paz. Una senda difícil pero que deben recorrer como
representantes del interés de sus pueblos.
''Señor Presidente Mahmoud Abbas -dijo-
en este lugar donde nació el Príncipe de la paz, deseo invitarle a usted y al
Señor Presidente Shimon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración
pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la posibilidad de acoger este
encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano''.
''Todos deseamos la paz; muchas personas
la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan
pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber,
especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y
constructores de la paz, sobre todo con la oración. Construir la paz es
difícil, pero vivir sin ella es un tormento. Los hombres y mujeres de esta
tierra y del todo el mundo nos piden presentar a Dios sus anhelos de paz''.
Cerró con esta frase, tan útil en
todos los países en los cuales –como en Colombia-, hay un conflicto vigente: “La paz se consolida si reconocemos que
todos tenemos la misma sangre”.
Francisco habló también de la guerra en Siria, como
lo ha hecho en Roma varias veces y a través del twitter. Denunció el comercio
de armas, uno de los grandes obstáculos para la paz y añadió: "Esas
son las raíces del mal: el odio y la codicia por el dinero y la fabricación y
la venta de armas. Esto nos debe hacer pensar. ¿Quién está detrás?, ¿quién da a
todos los que están en guerra las armas para continuar el conflicto? También en
nuestros corazones dediquemos una palabra para que esta pobre gente,
criminales, se convierta”.
El Papa
agradeció a Jordania la acogida que ha dado a miles de refugiados y renovó su “vehemente llamamiento a la paz en Siria. Que cese la violencia y
se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la
población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los
problemas y que todos vuelvan a la senda de las negociaciones”.
Posteriormente,
en Palestina recalcó que ha llegado el momento de que todos actúen con
generosidad y creatividad, israelíes y palestinos, para garantizar el derecho de los
dos Estados a existir y a vivir en paz, así como para
crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el
reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad.
Pidió a
israelíes y palestinos que emprendan un "éxodo
hacia la paz”, un camino lleno renuncias pero cuyo resultado será
beneficioso para todos. Entre judíos y musulmanes están los cristianos y, sobre
ellos, Francisco como su líder terrenal dijo que ofrecen una “significativa
contribución al bien común” y que no son ciudadanos de segunda clase, pues participan de las alegrías y sufrimientos
de todo el pueblo.
Al terminar
el discurso Francisco subió al papamóvil y se dirigió a la Plaza del Pesebre de
Belén, para celebrar Misa al lado de la Basílica de la Natividad. Al pasar
junto al muro, detuvo el coche para
rezar unos instantes. Allí habló sobre la situación de los niños,
que en condiciones inhumanas viven a los márgenes de la sociedad maltratados,
esclavizados, esclavizados, sujetos de violencia y de trata de personas.
Además, para el Papa, "cuando los niños son
recibidos, amados y custodiados, la familia está sana, la sociedad mejora, el
mundo es más humano”.
Posteriormente, en el aeropuerto Ben Gurion de Tel
Aviv fue recibido a pie de
pista por el primer ministro, Benjamín Netanyahu y el presidente, Simón Peres,
que saludó al Papa en español. Allí Francisco volvió a hacer un llamamiento
por la paz en la tierra de Jesús para poner fin al sufrimiento de los dos pueblos,
con el siguiente mensaje: “Deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el
que no haya espacio para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su
pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con los otros”.
En materia de política internacional, Francisco hizo un pronunciamiento acerca de la incuestionabilidad de la existencia del Estado israelí, así como al reconocimiento del Estado palestino: “Que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas. Que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la 'solución de los dos Estados' se convierta en una realidad y no se quede en un sueño”.
En materia religiosa, el Papa Francisco y el Patriarca
Ecuménico Bartolomé, repitiendo el encuentro que hace cincuenta años tuvieron
allí mismo el patriarca Atenágosas y el Papa Pablo VI, se saludaron a las
puertas de la Basílica del Santo Sepulcro y entraron juntos en el templo que
custodia el Calvario y la tumba de Jesús. Allí, estos dos líderes de 1500
millones de cristianos rezaron juntos
ante la Piedra de la Unción en la que Nicodemo y José de Arimatea
prepararon el cuerpo de Jesús antes de darle sepultura, expidiendo
posteriormente una declaración conjunta para impulsar
el diálogo entre católicos y ortodoxos y pidieron la paz en Oriente Medio, comprometiéndose
a concienciar sobre la importancia de
custodiar el medioambiente.
Al visitar el Museo del holocausto, Francisco,
retomando palabras del Santo Juan Pablo II firmó el libro de
Honor de Yad Vashem, donde escribió: ''Con la vergüenza de lo que el hombre,
creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer. Con la vergüenza que
el hombre se haya hecho dueño del mal; con la vergüenza de que el hombre,
creyéndose dios, haya sacrificado así a sus hermanos. Nunca más!! Nunca
más!!''.
Como un regalo a las personas de lengua árabe,
Francisco decidió incluir una versión en este idioma de toda la información del
Vaticano.
Del viaje, el mismo Papa concluyó que es necesaria
la oración a toda la región de Oriente Medio,
desgraciadamente lacerada con frecuencia por la violencia y los conflictos
armados. Y manifestó no olvidarse en sus intenciones de tantos hombres y
mujeres que, en diversas partes del mundo, sufren a causa de la guerra, de la
pobreza, del hambre; así como de los numerosos cristianos perseguidos por su Fe.
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