En 1985 cuando llegué a Bogotá a iniciar mis estudios de Derecho, tuve la oportunidad de ser alumno del doctor Vladimiro Naranjo Mesa. Sus maravillosas clases magistrales de Teoría del Estado y de la Constitución, siguiendo su texto eran muy llamativas, puesto que el profesor había viajado por muchos lugares del mundo, así que lo que contaba lo había vivido. Ocho años después, al comenzar mi carrera como profesor, tomé su ejemplo, pues es muy difícil enseñar algo de lo que no conocemos, viajé y comprobé lo que en sus clases nos había expresado y así, desde esa época, siguiendo esas enseñanzas del profesor Naranjo, he podido compartir con mis estudiantes los lugares que en su materia había conocido sin visitarlos.
Vladimiro Naranjo Mesa era antioqueño, nació en Medellín el 17 de febrero de 1943 y Falleció en Bogotá el 27 de septiembre de 2004, víctima de un penoso cáncer por el consumo de la pipa, su complemento distintivo.
Hijo del gran humanista colombiano Abel Naranjo Villegas, tomando el ejemplo de su padre se dedicó muchos años al estudio del Derecho y a desempeñarse como maestro de juventudes. Egresado de la Facultad de Jurisprudencia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (Universidad del Rosario), se especializó en las Universidades de Princeton (Orientation Program in American Law), en la Universidad de Nueva York, donde obtuvo el Máster en Derecho Comparado del Inter – American Law Institute. Y, posteriormente, la Universidad de París (La Sorbonne) le otorgó el doctorado en Ciencia Política y Derecho Constitucional, después de defender brillantemente su tesis sobre “Los poderes de crisis constitucionales en Francia y en Colombia”.
Designado Profesor Emérito por la Universidad del Rosario en cuyas aulas fue profesor titular durante más de 20 años de las cátedras de Teoría Constitucional y Derecho Constitucional Colombiano. Así mismo, fue profesor de estas materias en la Universidad de los Andes y en la Pontificia Universidad Javeriana de Historia Constitucional de Colombia. También fue profesor en otras Universidades de Bogotá tales como Externado de Colombia, Santo Tomas y la Militar Nueva Granada.
Incursionó en el periodismo como columnista de los diarios El Colombiano de Medellín y El Espectador de Bogotá, donde, poco antes de ser elevado a la Magistratura en la Corte Constitucional, para el período 1993 – 2000, Corporación de la cual fue Presidente, escribió una serie de artículos bajo el título “Perlas Constitucionales”, en las que analizaba los errores de la Asamblea Nacional Constituyente y de los miembros de la Comisión Codificadora de Yerbabuena, en la redacción del Texto Superior colombiano de 1991.
Un año después de cumplir su período en la Corte Constitucional y pasada la inhabilidad normativa, el Presidente de la República lo designó para el cargo de Embajador de Colombia en Holanda y coagente de Colombia en el litigio con Nicaragua que se discute actualmente ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Su impecable función como Embajador, se vio alterada por su enfermedad, que lo hizo regresar a Colombia. Su prestigio como diplomático en La Haya, le valió recibir directamente de S.M. la reina Beatriz de los Países Bajos, numerosos mensajes de aliento y de esperanza de recuperación.
De su autoría es el libro “Teoría Constitucional e Instituciones Políticas”, ya en su novena edición, es texto de numerosas facultades de derecho en Colombia y en otros países de América Latina, pero me cabe el honroso placer de que en sus últimos años de cátedra, también utilizó mi texto en sus clases de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
Sus fallos como magistrado de la Corte Constitucional, así como los salvamentos de voto y aclaraciones de voto (votos particulares), demuestran la entereza de carácter de quien soportara con estoicismo su enfermedad y, tras breve recuperación, siguiera dedicado en su casa a escribir y a preparar un texto de Historia Constitucional Colombiana, aun inédito.
A sus sobrinos, sobrinas, hermanas y hermanos, cuñadas y cuñados y particularmente, a nuestro querido amigo Federico Guillermo, al que sólo le llevaba un año de edad, de nuevo nuestra más sincera condolencia.
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