La ciudad fundada por el malagueño Suárez Rendón, nació miércoles el 6 de agosto de 1539; se llamó TUNJA, una ligera variación de la HUNZA prehispánica, nombre dado a la región por el Cacique de Ramiriquí cuando trasladó el centro de gobierno, en honor del primer Zaque.
En el Himalaya existe un reino llamado Hunza, al frente del cual está actualmente el Rey Jamal Khan y su esposa la reina (Rani) Jamal. El resto de la familia Real está integrada por los Príncipes Ghazanfar Ali Khan, Ayash Khan, Amen Khan y las Princesas Duri Shahwar, Nilofar, Malika, USN, Mehr Ul Jamal, Fauzia y Azra.
Hunza es zona de frontera Paquistaní (región del Hindu-Kush), con Afganistán, Rusia (Pamirs) y China (Sinkiang). En Hunza, el viernes es el día sagrado de descanso; sólo el 5% de sus tierras es fértil; carecen de agua, y año tras año soportan largos inviernos (de ocho meses). En 1975 la Nacional Geographic le dedicó un número; fue reconocida por los británicos en 1850 y se incorporó a Pakistán en 1974 y hoy varias de sus mezquitas son patrimonio de la humanidad.
Fue una “hunzana” o tunjana la más auténtica representante de nuestra literatura ascética colonial. Sor Francisca Josefa de la Concepción del Castillo y Guevara Niño y Rojas nació en Tunja en 1671 y falleció en olor de santidad en 1742. Menéndez y Pelayo la denominó “émula de Santa Teresa” y no es gratuito, ya que la producción mística española es, como se sabe, la más extensa y trascendente de que pueda ufanarse literatura alguna, y es gloria tunjana “haber engastado en nombre de la Madre Castillo en esa corona de inmortalidad”, como lo dijo Julio César García.
Algunos escritores boyacenses han estudiado distintos “Afectos” de la Madre del Castillo, por ejemplo, Ramón C. Correa, Lucía Corsi Otálora, Darío Achury Valenzuela, Carmenza Olano Correa, Sor María Antonia del Niño Dios, Gilberto Abril Rojas y Vicente Landínez Castro. Sin embargo, sería el bogotano, Monseñor Rafael María Carrasquilla, canónigo teologal metropolitano y Prelado de la Casa Pontificia , quien mejor logró estudiar la obra de la Madre Castillo, con un discurso pronunciado en 1890.
Dijo Monseñor Carrasquilla que el texto de la tunjana “es mina exhaustiva de piedras preciosas, viejo compañero a quien a menudo fui deudor de ratos de esparcimiento, de saludables enseñanzas para mí y de consejos para edificar a los demás”.
En honor de la mística tunjana, la Contraloría General de Boyacá entrega desde 1983 la medalla que lleva su nombre, con la cual se exalta cada año a dos connotados escritores boyacenses.
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