Alertaba el Editorial del pasado 10 de enero acerca de lo que se puede considerar como un “Golpe de Estado” en Colombia, haciéndose énfasis en el plagio del totalitarismo así como de la “amnesia presidencial”; sin embargo, se fue enfatizando acerca de lo que al parecer estamos viviendo y que nadie quiere reconocer: La monocracia.
Según el editorialista, “se trata de lo que Aristóteles califica… como el gobierno de uno solo y en provecho personal, familiar y del círculo de poder, sin más freno que el criterio que asume por su cuenta y de manera arbitraria de la representación de la soberanía nacional.”
La Monocracia ha experimentado un nuevo florecimiento y ha reaparecido en tiempos recientes en países de inspiraciones ideológicas muy diversas: el de Tito en Yugoslavia o de Ceaucescu en Rumanía; la Cuba de Fidel, la República Bolivariana de Hugo Chávez y en nuestra patria. En todos estos regímenes, es frecuente que se mantengan las formalidades democráticas externas, con celebración periódica de elecciones cuyo resultado es siempre muy favorable para el titular del poder.
Las monocracias actuales aspiran a perpetuarse por medio de la herencia o de un 'Presidente Gendarme', y recurren a procedimientos como el del familiar preconizado como sucesor e investido en vida del monócrata ejerciente de las funciones y cargos públicos -jefatura del ejército, dirección del Partido único, etc.- de modo que cuando se produzca la crisis sucesoria tenga en sus manos los recursos decisivos del poder, como el caso del matrimonio Kichner-Fernández o como aspiran a serlo los distintos áulicos de los partidos afines con el actual primer mandatario, quienes no tienen la personalidad para lanzarse hasta que el jefe no dirima sus encrucijadas del alma.
En este mismo diario, el Editorial del 8 de diciembre ya había utilizado el término, cuando se expresó que: “al sucederse Evo Morales a sí mismo, se avanza hacía una monocracia electoral, que es lo contrario de la democracia. En particular por cuanto al obtener los dos tercios del legislativo, el gobierno queda en condiciones de imponer su voluntad a capricho. Por lo que no se consigue el equilibrio democrático, ni se cumple con los contrapesos o el instaurar organismos de control independientes, todo el poder pasa a manos del gobernante.” Algo similar se está viviendo con el control de todos los órganos del poder público por el Ejecutivo.
En el Discurso de Angostura de 1819, Bolívar también habló del paso de la anarquía que debía ser reemplazada por la oligarquía y por la monocracia; entonces, ¿lo que estamos viviendo será para conmemorar el Bicentenario?
No hay comentarios:
Publicar un comentario